
La vida del autor de «Los Miserables» está marcada por un sinfín de tragedias familiares y un matrimonio marcado por sus innumerables infidelidades
30 jun 2017 . Actualizado a las 14:48 h.La vida de Víctor Hugo podría ser centro de una gran novela. De una truculenta. Llena de turbulencias. Porque Víctor Hugo fue centro de un matrimonio complicado, de decenas de complicadas historias con sus amantes y de múltiples tragedias de las que bebió a lo largo de toda su carrera literaria. Una vida que para muchos fue tan miserable como la de los personajes de su gran obra maestra.
Víctor Hugo no solo pasará a la historia por su faceta como escritor. La vida privada del novelista y poeta sigue dando mucho de qué hablar a día de hoy. No es para menos. La ficción que tanto caracterizó a las obras de Víctor Hugo tiene algo de realidad. De su truculenta realidad.
Víctor Hugo consiguió escribir su nombre en las páginas de la historia gracias a su gran talento con las letras. Pero no es oro todo lo que reluce. En la vida de este francés, considerado uno de los escritores más importantes del siglo XIX, hay muchas más sombras que luces. Su orgullo, sus manías y su gusto por las mujeres le llevaron a vivir una vida bastante turbulenta.
Víctor Hugo llegó al mundo en Besanzón, Francia, en el año 1802, dos años antes de que la catedral de Notre Dame de París acogiese la coronación de Napoleón como emperador. Tuvo claro, desde muy pequeño, que quería ser escritor, pero no uno cualquiera: «Como Chateaubriand (el más grande de su época) o nada», dejó escrito. Pronto ganaría su primer premio en un concurso poético organizado por la Academia de Toulouse. Antes de alcanzar la mayoría de edad, ya había fundado con su hermano el periódico El conservador literario.
Víctor Hugo publicó Bug-Jargal su primera novela, en el año 1826. Ambientada en el Santo Domingo de finales del siglo XVIII, el protagonista, Pierrot, esclavo de una plantación colonial, luchará por el amor de la hija del patrono tras la rebelión de los trabajadores, que acaba con la joven en peligro.
Este viernes, Google dedica un homenaje a Víctor Hugo a través de cinco ilustraciones, en las que repasa algunas de las obras más destacadas de su vida. En el año 1931 publica Nótre Dame de París, la historia que posteriormente adaptó Walt Disney y que hoy conocermos como El Jorobado de Notre Dame; con su bailarina gitana Esmeralda y Quasimodo, oculto entre las campanas. Víctor Hugo firma además dos de las obras más influyentes de la literatura romántica: Las Contemplaciones y Los Miserables.
Su propia vida privada, agitada y repleta de amantes, le sirvió como inspiración en gran parte de sus obras. Víctor Hugo tenía a quien parecerse. Su padre, José Leopoldo Hugo, miembro del ejército ciudadano de Napoleón, sirvió como ejemplo (y se convirtió en gran fuente de problemas) del escritor durante los primeros años de vida. La madre de Víctor Hugo vivió una aventura con el General Víctor Lahorie, superior de su marido durante los primeros años de vida del escritor. El amante de la señora de Hugo se convirtió en la principal figura paterna del autor y de sus hermanos hasta 1812, año en el que fue ejecutado por conspiración. Tras la ejecución, Víctor Hugo sufrió el despecho y abandono de su padre, que se fue a vivir con otra mujer condenando a su ex esposa y a sus hijos a una infancia llena de carencias.
Con el paso de los años, y mientras su carrera literaria despegaba, la vida personal de Víctor Hugo repetía los errores de sus antecesores. En el año 1822, cuando comenzaba a gozar de cierta fama en el mundo de las letras, el escritor decide casarse con Adèle Foucher, a la que conocía desde que era niño. Su matrimonio con esta joven llevó a la familia a vivir uno de sus terribles capítulos. Eugène, hermano de Víctor Hugo, había intentado cortejar a la joven Adèle primero, sin conseguir éxito. Después de ver como su hermano conseguía llevarla al altar, Eugène cae en una gran depresión que lo lleva a padecer una terrible esquizofrenia. El joven fallece en 1837 recluido en un centro psiquiátrico.
Este fue el primer golpe de Víctor Hugo, que con el paso del tiempo consigue sobreponerse y sacar adelante su relación con Adèle. De su relación nacen cinco hijos en siete años, de los que solo sobrevive uno. Lèopold, el primogénito, fallece pocas horas después de nacer; Léopoldine, muere ahogada a los 19 años; Charles fallece a causa de la tuberculosis y François-Hugo no es capaz de superar un terrible cáncer. La vida de la única hija que sobrevivió, Adèle, tampoco es un camino de rosas. De hecho, la joven termina como su tío, internada en un centro psiquiátrico a causa de un amor no correspondido.
Durante estos años, Víctor Hugo repitió el mismo error que su madre. Mientras intentaba sobrellevar su matrimonio con Adèle, Víctor Hugo pasaba largas temporadas con el gran amor de su vida, Juliette Drouet, una joven de origen humilde con la que vivió una historia llena de turbulencias. Casada con un escultor, y mientras vivía una aventura con un millonario, esta joven actriz (con una carrera más bien poco prometedora) conoció a Víctor Hugo en los círculos teatrales de Francia. Su historia de amor fue fuente de inspiración de Los miserables. De hecho, la fecha escogida por el escritor para la boda de sus protagonistas Marius y Cosette (febrero del año 1833) es la misma en la que Víctor Hugo y Juliette tuvieron su primer encuentro.
Seis años después de ese encuentro, ambos celebran un «matrimonio místico», una unión oficiosa que poco pareció importarle a Víctor Hugo. Poco tiempo después, volvió a ser infiel a su segunda mujer con otra joven llamada Léonie Biard. Tras ser pillados infraganti, la joven fue obligada a cumplir cinco meses de cárcel y él, abatido y sintiéndose culpable, se sentó a escribir la que probablemente sea su gran obra, Los Miserables.
Entre todo este lío, Adèle decidió tomar cartas en el asunto. Se negó a esperar a Víctor Hugo sentada en casa e inició una relación con el crítico literario Charles Augustin Sainte-Beauve, admirador de la obra de su marido. También se alió con Lèonie (la joven que acabó en la cárcel) para entre las dos urdir un plan contra el gran amor de Víctor Hugo, Juliette. Ambas mandaron a esta un paquete envenenado con todas las cartas de amor que Víctor Hugo había estado mandando a lo largo de su vida a todas las amantes que tenía. La venganza surtió efecto y Juliette quedó totalmente destrozada.
Víctor Hugo, el romántico
Según el mismo Víctor Hugo, ser romántico es rechazar el orden clásico, luchar por la libertad de creación, querer un «89 literario». Ser romántico es poseer un corazón lleno en un mundo vacío. Ser romántico es creer que se puede trabajar por la felicidad universal. Es sentirse «solidario» y no solo «solitario». Ser romántico es caer en la cuenta de que no se transforma tan fácilmente el orden del mundo que imponen los poderosos. «Amar es actuar».
Su relación con España
La relación de Víctor Hugo con España es continua. De niño vive aquí. Lariamilia ha seguido al padre en su vida profesional de soldado de Napoleón y el general Hugo es gobernador militar del Madrid de los años 1811 y 1812. Hugo y sus hermanos volverán a España en otras ocasiones y escriben sobre ella de distintas maneras. Ya el primer drama juvenil de V -así se llamaba-, se titula Inés de Castro, aunque no se publica hasta 1863, cuarenta y cinco años después de ser escrito.
Nada menos que cuatro libros con la firma de Hugo aparecen en 1823. Al año siguiente, el 25 de febrero estrenará Hernani o el honor castellano. En el prólogo para la publicación; datado unos días después, escribe curiosamente sobre los «ultras» y sobre «tolerancia y libertad», con el mismo talante con que podríamos hacerlo hoy. Seguir en el camino de los títulos Las orientales, Ruy Blas, etc.-, resultaría interminable y existen, por lo demás, bibliografías al alcance de cualquier interesado.
En sus diarios, minuciosos hasta la última hora, que Hugo titula «Cosas vistas», anota el domingo, 12 de mayo de 1839: «No podemos, sin grave imprudencia, olvidar a España. Enferma, pesa sobre nosotros. Sana y fuerte, nos apuntala. La arrastramos o nos apoyamos en ella».
Siete adjetivos para Víctor Hugo
Supersticioso. El número 13 le causaba pavor. Lo mismo le ocurría con el viernes. Víctor Hugo prestaba mucha atención a los sueños, oía golpes en las paredes...
Orgulloso. Su divisa era Ego Hugo (Yo, Hugo), su patria era el cosmos y sus interlocutores Dios y Satán.
Afable. Flaubert decía de él que era «Un buen hombre, sencillamente exquisito». Extremadamente educado, incluso con los peores pedigüeños. Víctor Hugo trataba de igual a igual a todo literato por malo que fuese. Jamás pudo acostumbrarse a dar órdenes a sus criados.
Generoso. Acusado, a veces, de tacaño con respecto a sí mismo, era pura generosidad con los demás. Se tienen datos fehacientes de que dedicaba una parte del presupuesto mensual a limosnas.
Deportista. En su exilio de la isla de Jersey, le encantaba cabalgar sobre la playa entre las olas. Caminaba durante horas y le apasionaba la natación. Escribía de pie.
Ardiente. El número de mujeres que pasó por la vida de Víctor Hugo es incontable.
Innumerable. Lo decía él mismo en todas partes. No temía ni al frío ni a la lluvia. Hasta casi el final de su vida, no conoció la enfermedad. Todavía a los 70 años, todas las mañanas se tragaba un huevo crudo. Un tazón de café negro. Y se duchaba con agua fría.
Maniático. Le gustaba el orden. Cuenta su hija Adela que, en una ocasión, armó la marimorena porque los espárragos no estaban bien puestos en la fuente. Tenía la manía de clasificar y etiquetar todo. Por ejemplo, conservaba en sobres cuidadosamente fechados, mechones de cabello cortados en diferentes épocas de su vida.