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La élite de la ONU evita compromisos en la reforma de las misiones de paz

La Voz

INTERNACIONAL

Los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad sólo se compromenten a considerarla Para los que aún tienen dudas sobre cómo se cocinan los asuntos en Naciones Unidas, la segunda jornada de la Cumbre de Milenio servirá para despejarlas definitivamente. Mientras la interminable procesión de discursos continuaba en la Asamblea General, quienes realmente cortan el bacalao mantuvieron una reunión aparte. Los líderes de las naciones actualmente integradas en el Consejo de Seguridad celebrarón su propia cumbre dentro de la cumbre. El objetivo: diseñar los principios que habrán de guiar las operaciones de paz que se acomentan en el futuro. Esta reunión, sin embargo, tampoco dio frutos concretos.

07 sep 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

JAIME MEILÁN NUEVA YORK. Corresponsal El presidente del Gobierno español, José María Aznar, fue uno de los que el miércoles recordó: «La tarea originaria de Naciones Unidas era la de preservar al mundo del flagelo de la guerra, y en ello seguimos». Esa idea está presente en casi todos los protagonistas de la Cumbre del Milenio _la mayor congregación de jefes de Estado y de Gobierno de la historia_. Sin embargo no existe un consenso similar sobre cómo desarrollar esta tarea. Diferencias Las palabras en la Asamblea General se las lleva al viento. Sólo las pronunciadas en el Consejo de Seguridad _y Aznar no está incluido en esta élite_ parecen contar. E incluso en este ámbito reducido lo que imperan son las diferencias. La ONU se ha visto desbordada en los últimos tiempos por la necesidad de intervenir en demasiados conflictos y por la desidia o el desinterés de sus propios miembros a la hora de proporcionar medios y financiación. Sierra Leona, Timor Este, Congo y el enfrentamiento entre Eritrea y Etiopía son algunas de las crisis más recientes en las que los cascos azules han tenido que actuar muchas veces en precario. Así las cosas, una comisión de expertos recomendó el mes pasado una reforma total del sistema de operaciones de paz. Entre otras propuestas, su informe sugería el establecimiento de un contingente de fuerzas preparadas para intervenir con prontitud. También la creación en el seno de la ONU de una especie de ministerio de defensa, con competencias en logística e inteligencia. Los integrantes del Consejo _encabezados por los cinco miembros permanentes: Rusia, China, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia_ afrontaron ayer está cuestión. No obstante, sólo llegaron a comprometerse a «considerar» las propuestas de reforma. Las razones para tanta cautela han sido puestas de relieve en las alocuciones de los líderes más relevantes. China, por ejemplo, dejó clara su oposición a intervenciones que impliquen injerencias en asuntos internos nacionales. «El respeto de la independencia y soberanía de cada país es vital para el mantenimiento de la paz mundial (...). Sin soberanía no habrá derechos humanos de los que hablar», subrayó el presidente Jiang Zemin. La soberanía Incluso el propio Bill Clinton, que hace apenas un año abanderaba la intervención en cualquier punto por razones humanitarias, ha suavizado ahora su discurso. Aunque hay que «buscar un camino para defender a la gente» también «debemos respetar la soberanía e integridad territorial», dijo. Respecto a la financiación, parece existir un consenso sobre la necesidad de revisar la escala de cuotas. Sin embargo, muchos países se muestran remisos al cambio mientras no existan garantías de que Estados Unidos, el mayor deudor a las arcas de la organización internacional, cumplirá con sus obligaciones en este apartado.