Los muertos por la ola de calor en Francia son ya más de 10.000

La Voz

INTERNACIONAL

El Gobierno, desbordado, conserva los cuerpos en camiones frigoríficos Desde comienzos de este mes, un mercado mayorista hace las veces de morgue.

25 ago 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Cientos de cadáveres de las víctimas de la ola de calor que padeció Francia durante las dos primeras semanas de agosto esperaban todavía ayer en morgues improvisadas, en camiones frigoríficos aparcados en el mercado mayorista de Rugins y en el Instituto forense de París su turno para ser sepultados. Esos lugares, los dos primeros «provisionales» según la policía de París, que piensa cerrarlos el 1 de septiembre, permiten conservar los restos mortales de las víctimas «en condiciones higiénicas y decentes». Nadie reclama Las autoridades se enfrentan además al problema de los cientos de víctimas cuyos restos no han sido reclamados, en un país en el que muchas personas de la tercera edad viven solas. Ya se inhumaron el sábado unos cuarenta cuerpos no reclamados en un cementerio de las afueras de París, después de haber identificado a las víctimas. Además, excepcionalmente, el 31 de agosto se llevarán a cabo entierros en domingo, el día de descanso semanal de los enterradores, debido al gran número de víctimas. Entretanto, los centros sanitarios siguen colapsados por las numerosas víctimas de la ola de calor hospitalizadas, algunas de ellas «en fase crítica de rehidratación», que podrían fallecer en las próximas semanas «pese a estar siendo atendidas», explicó David Causse, un responsable de la Federación de Hospitales de Francia. Baile de cifras Las pompas fúnebres francesas estimaron que unas 10.400 personas murieron como consecuencia de la ola de calor que afectó a Francia y a casi toda Europa la primera quincena de agosto, una cifra que rechazó el ministerio del Interior, según el cual el balance es inferior a 10.000 muertos. El ministro de Salud francés, Jean-François Mattei, criticado por su lenta reacción frente a una crisis de tal envergadura, declaró el pasado 17 de agosto que podría haber «entre 1.600 y 3.000 muertos». Sin embargo, al día siguiente se vio obligado a admitir que era «bastante plausible» que el balance superara las 5.000 víctimas mortales. El primer ministro expresó el sábado su «profunda ira» por no poder obtener «cifras fiables» frente a esos balances «contradictorios» mientras el presidente de la Cruz Roja francesa, Marc Gentilini, consideraba que la cifra de más de 10.000 víctimas se había adelantado «demasiado deprisa» y podía haber sido «sobreestimada».