El caso pone al descubierto las discrepancias en la cúpula rusa La UE exigirá hoy a Moscú un juicio justo para los acusados de la empresa petrolera
05 nov 2003 . Actualizado a las 06:00 h.El presidente Vladimir Putin apoya la detención de Mijaíl Jodorkovski y el embargo de las acciones de la petrolera rusa Yukos. El primer ministro, Mijaíl Kasiánov, sin embargo, cree «excesivas» esas medidas. Pero hay quien se propone ir más allá en este asunto. Como el ministro ruso de Recursos Naturales, Vitali Artiujov, quien declaró al diario Rossiiskaya Gazeta que va a ser «prácticamente inevitable» que a Yukos le sean retiradas las licencias de explotación. Nada peor se podía decir en momentos en que Putin hace esfuerzos desaforados por tratar de tranquilizar a todo el mundo, asegurando que lo que está sucediendo con Jodorkovski es algo de naturaleza exclusivamente jurídica y nada tiene que ver con política o con el supuesto intento de forzar una redistribución de la propiedad privada en favor del Estado ruso o de quienes lo dirigen. Putin tuvo que salir al paso y decir en una rueda de prensa en Roma que las palabras de Artiujov son «incoherentes». En su opinión, dar el paso que preconiza el ministro supondría una total injerencia del Estado en las empresas. «Las consecuencias económicas de una eventual intervención serían extremadamente negativas», afirmó el jefe del Kremlin. En su primer día de visita a Roma, Putin mantuvo un encuentro bilateral con Silvio Berlusconi, actual presidente de turno de la Unión Europea y su principal valedor ante los Quince, en vísperas de la cumbre UE-Rusia de hoy. Ambos mandatarios estrecharon sus lazos en una colaboración que Berlusconi aseguró «tendrá un gran peso en el mundo». Según adelantó ayer la Comisión Europea, durante la cumbre la UE pedirá a Rusia un juicio justo y posibilidades «reales» de defensa para los acusados en el caso Yukos. Mientras, Estados Unidos se mantiene prudente sobre las consecuencias que el asunto podría tener en sus relaciones con Moscú, un socio importante en temas difíciles, como el desarme, Irak, Irán o Corea del Norte. El Departamento de Estado se negó públicamente a ver un signo de apaciguamiento en el nombramiento de un ciudadano estadounidense, Simón Kukes, a la cabeza del grupo, limitándose a decir que se trataba de una decisión interna de la empresa. La Administración Bush da poco crédito a los argumentos del Kremlin asegurando que la tormenta alrededor del gigante petrolero ruso no tiene carácter político.