Auschwitz revive el horror entre advertencias a los peligros actuales

La Voz AGENCIAS | AUSCHWITZ

INTERNACIONAL

KATARINA STOLTZ

Más de 30 líderes mundiales y supervivientes conmemoran la liberación por el Ejército Rojo «Es un cementerio sin tumbas, el mayor de Europa», dijo el ex ministro y ex preso Bartoszewski

27 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

El silbido y el ruido de un tren frenando bruscamente recordaron ayer en Auschwitz el horror del Holocausto, en un homenaje que finalizó con esas vías férreas iluminadas por cientos de velas. Al cumplirse 60 años de la liberación por el Ejército Rojo del mayor campo de exterminio nazi, más de 30 líderes mundiales y un millar de supervivientes recordaron la tragedia pasada, aludiendo a los peligros actuales y apelando a aprender para el futuro. Entre el viento y la nieve, en un ambiente desolador semejante al que encontraron los soldados soviéticos aquel 27 de enero de 1945, los actos se celebraron en Birkenau, en el lugar donde se seleccionaba los que serían enviados a las cámaras de gas de Auschwitz. «La nieve caía como hoy y algunos íbamos descalzos», dijo el polaco de 84 años Kazimierz Orlowski mientras esperaba que comenzasen las ceremonias. El silencio de Köhler Entre los mandatarios incluidos en la lista de oradores figuraron los presidentes polaco, Aleksander Kwasniewski; ruso, Vladimir Putin; e israelí, Moshé Katsav. El alemán, Horst Köhler, asistió al acto, pero tuvo que permanecer en silencio debido al papel de su país en el genocidio de seis millones de judíos ordenado por Adolfo Hitler. También estuvieron presentes Jacques Chirac -acompañado por la ex ministra Simone Weil, una de las supervivientes del campo, y diez escolares franceses-, el vicepresidente Dick Cheney -Bush fue una de las grandes ausencias- y dos personalidades que perdieron a algún pariente, como el ucraniano Víctor Yúschenko, cuyo padre fue preso político en Auschwitz, y el enviado del Vaticano, el cardenal francés Jean-Marie Lustiger, judío de nacimiento, pero convertido al catolicismo tras ser salvado por la Iglesia. En la tribuna también estuvo otro superviviente: Romani Rose, presidente de los gitanos de Alemania. «En mi condición de ex preso de Auschwitz, siento una emoción inimaginable y abrumadora al poder hablar en este cementerio sin tumbas, el mayor en la historia de Europa», declaró Bartoszewski, dos veces ministro de Exteriores de Polonia y entre cuyos méritos figura el haber iniciado la reconciliación germano-polaca. Supervivientes ancianos, muchos acompañados por familiares, pasaron caminando lentamente por los cercos oxidados. Alguno luciendo con orgullo el brazalete con el número que le dieron en el campo y el símbolo de la categoría de preso a la que pertenecían -judío, polaco, ruso, gitano- siguieron la ceremonia de tres horas al aire libre pese al intenso frío y la nieve que no dejó de caer. En Alemania se celebraron varios actos en el campo de concentración de Sachsenhausen y en la estación de trenes de Gruenewald, desde donde salían los deportados a los campos nazis. En España, por primera vez el Congreso recordó a las víctimas del Holocausto. Seis velas brillaron en la cámara para recordar «porque la humanidad no ha aprendido lo suficiente del Holocausto y la miseria de las guerras».