
Crónica Los 35.ooo gallegos emigrados a la Confederación Helvética temen que la apertura de fronteras a la mano de obra del Este provoque despidos y un desplome de los salarios
26 sep 2005 . Actualizado a las 07:00 h.El salario medio de un trabajador suizo alcanza los 3.476 euros al mes. La cifra se acerca mucho a la del sueldo de un empleado lituano -3.600 euros-, aunque con una sensible diferencia: en el caso lituano, el montante se refiere a un año entero, y no a una sola mensualidad. El domingo pasado, el 54,6% de los suizos apoyaron en referéndum la posibilidad de que los trabajadores de los diez nuevos países miembros de la Unión Europea, con rentas hasta diez y doce veces inferiores a la media, puedan acceder libremente a la Confederación Helvética, que, pese a no estar asociada a la UE, mantiene abiertas sus fronteras laborales a los países comunitarios. El ajustado resultado del referéndum -53,8% de participación, 54,6% a favor y 44% en contra- evidencia el temor de los suizos a la competencia de la mano de obra barata del Este. Pero el temor es aún mayor entre los emigrantes gallegos, que suman más de un tercio de los 95.000 miembros de la colonia española en ese país. «Lle temos medo» «Hai opinións de todo tipo, pero quen mais e quen menos, todos lle temos medo ao fontaneiro polaco», dice Pedro Hombre, presidente de la Federación de Sociedades Galegas na Suíza. Tiene 60 años, es mecánico y lleva 36 instalado en Zurich. Con la metáfora del fontanero se refiere al eslogan que los defensores del «No a la Constitución Europea» utilizaron en su día para amedrentar a los asalariados franceses. Fue hace unos meses, cuando la Comisión Europea planteó la posibilidad de permitir que las empresas comunitarias que se instalen en un país miembro distinto al suyo, sólo estén sometidas a su legislación laboral de origen. Es decir, que el salario mínimo del fontanero polaco que trabaje en Francia, sea el salario mínimo polaco, y no el francés. Suiza es uno de los países con más calidad de vida del mundo, y un indudable polo de atracción para los trabajadores de toda Europa. El desempleo no supera el 3,7%, el PIB per cápita ronda los 31.000 euros anuales y el sueldo de un empleado del sector servicios puede llegar a los 4.600 euros mensuales, con una jornada laboral de 42 horas a la semana. Impuestos Además, los impuestos son relativamente bajos, así que Suiza parece un paraíso laboral. Pero tiene un inconveniente: «Aquí existe o despido libre, poden botarte cando queiran. Pagan tres meses de indemnización, dous anos de desemprego, e logo... ¿qué?», se pregunta Pedro Hombre. El presidente de los centros gallegos en Suiza asegura que cuando en 1970 se fue de España, no fue por motivos económicos, sino políticos -«Non quería que os meus fillos se criaran nunha dictadura», afirma-. Pero lo cierto es que, como el resto del millón de europeos emigrados a Suiza, él no ha podido expresar su opinión en una cuestión que le afecta directamente, como tampoco pudo participar en la consulta del pasado mes de junio, cuando Suiza decidió unirse al Tratado de Schengen -que permite a los europeos viajar al país sin pasaporte-, ni en el referéndum del año 2001, en el que el 77% de los votantes rechazaron la entrada de la Confederación en la Unión Europea. «Os suízos confuden o concepto de neutralidade política, e resístense á modernidade», dice Hombre. Seis años El Gobierno helvético ha prometido que la apertura de fronteras laborales a los diez nuevos miembros de la UE no será efectiva hasta dentro de seis años, y que en ese tiempo se irán articulando las medidas legales necesarias para evitar que el dumping de la mano de obra barata del Este, provoque un desplome de los salarios. Pero los gallegos que residen en ese país, como Pedro Hombre no lo tienen tan claro: «Non é ouro todo o que reluce, e se me preguntas polo futuro, véxoo moi negro».