EE.UU. pierde nueve soldados en el peor ataque en 15 meses en Irak

David Beriain CON LAS FUERZAS DE EE.UU. EN BAGDAD

INTERNACIONAL

Mohammed Jalil / EFE

En abril ya han muerto más de 80 militares norteamericanos El nuevo embajador en Bagdad exige a Maliki que se implique en el plan de seguridad

24 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

Desde diciembre del 2005, EE.UU. no había vuelto a sufrir un ataque como el de ayer en Irak. Un atentado suicida con coche bomba mató a nueve soldados norteamericanos e hirió a otros veinte en una pequeña base cerca de la ciudad de Baquba, al norte de Bagdad. Ya son más de ochenta los militares norteamericanos muertos en abril, un mes que se está convirtiendo en uno de los más mortíferos de toda la guerra. Fue un ataque extraño. En aquella zona, las tropas de EE.?UU. sufren frecuentemente ataques con armas ligeras y morteros, pero es raro ver un asalto frontal como el de ayer. Normalmente, las bases norteamericanas están totalmente blindadas contra los ataques suicidas, con muros de tres metros de cemento armado que sellan el perímetro y barreras en zigzag para evitar que los insurgentes lleguen a la entrada a gran velocidad. Pero, según nos cuentan, la base atacada en Baquba era un pequeña instalación bastante desprotegida. La nueva estrategia militar del general David Petraeus implica que los soldados abandonen sus grandes bases para ir a otras más pequeñas, repartidas por todo el país, donde puedan tener más contacto con la población y un mejor control de las calles. Eso, que parece una buena idea, hace sin embargo más vulnerables a las tropas. Y se está notando en el número de bajas. Baquba es además uno de los bastiones de la resistencia. Allí los norteamericanos enfrentan tanto a los milicianos chiíes como a los suníes. La provincia de Diyala, justo al norte de Bagdad, está viendo aumentar alarmantemente sus índices de violencia en los últimos días. Da la impresión de que cuanto más presionan al Ejército de EE.?UU. sobre Bagdad, más aumenta la actividad de la insurgencia en las provincias limítrofes. En realidad, la resistencia sólo cumple la ley de toda guerra de guerrillas: si ves que tu enemigo es más fuerte y se despliega delante de ti, sal corriendo y vete a luchar a otra parte. Eso explica por qué a pesar del descenso del número de muertes en Bagdad, el total en todo el país se mantiene e incluso sigue aumentando. Ayer, la sangría diaria iraquí sumó otros 40 muertos, 25 de ellos por un camión bomba en Ramadi. Unos meses críticos La jornada de ayer fue también la de la presentación en público del nuevo embajador de EE.?UU. en Irak, Ryan Crocker. El diplomático no perdió la oportunidad de enfatizar que los próximos meses son «críticos» para revertir la espiral de violencia en la que está sumida el país. E instó al Gobierno de Nuri al Maliki ha sumarse con todas sus fuerzas al plan de seguridad que EE.?UU. lanzó hace dos meses para retomar el control de la capital. Crocker tenía seguramente en su cabeza que en Washington está aumentando la presión política a favor de una retirada de las tropas. Esa presión se nota cuando uno habla con los mandos norteamericanos. La mayoría coincide en que no tienen más de un año de plazo para conseguir resultados visibles que puedan convencer al público estadounidense de que vale la pena seguir mandando a sus soldados a luchar y morir en Irak. La mayoría no son muy optimistas a la hora de aventurar si podrán conseguirlo. Lo que todos tienen claro es que si la retirada llega y es muy precipitada, si se repiten escenas como la de la evacuación de Vietnam, a Irak le espera un baño de sangre. Ya nada detendrá una guerra civil a gran escala.