Uno de cada seis ex combatientes norteamericanos en Irak sufre estrés postraumático. Muchos viven el rechazo de los hospitales militares; otros han tenido que volver a filas
05 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.washington | El teniente Leonard Shelton asegura que salió de su cuerpo un 20 de enero de 1999. Por aquel entonces el marine estaba destinado en la guerra de Kuwait y cinco de sus compañeros ardían ante sus ojos tras ser atacados por un «fuego amigo». «Me vi a mi mismo desde el cielo y supe que era yo».
Ya nunca volvería a reconocerse. Tras regresar a su país, apenas unos días después del accidente, Shelton pasó los siguientes 16 años tratando de recuperarse del llamado síndrome de estrés postraumático (PSDT). «Me cortaba los brazos con cuchillas, me ponía en la línea de fuego para ver si me alcanzaba una bala e incluso llegué a ser detenido por realizar amenazas terroristas a mi división», relata a La Voz.
Conocida también como la enfermedad de corazón guerrero o fatiga del combatiente, el PDST afecta en la actualidad a uno de cada seis ex combatientes en Irak.
Con unos síntomas que abarcan desde el principio de alcoholismo hasta ataques de ira o alucinaciones, este trastorno mental se ha convertido en la peor pesadilla de miles de familias norteamericanas. «No sabes como reaccionar, lo peor es que muchos de los soldados se niegan a reconocer que están mal porque el Ejército les enseña que es una debilidad».
La que habla es Tina Richards. Madre coraje y activista antiguerra, supo que su hijo no volvería a Bagdad el día que lo vio patrullando su calle y pidiendo el carné a todos sus vecinos. «Antes le rompo yo misma las piernas con un bate de béisbol que dejarlo volver a Irak a luchar», le espetó al mando militar que vino a darle su tercera citación a la guerra.
Diagnóstico en diez minutos
La amenaza funcionó, pero ya era tarde. Dos meses después, el marine Cloe Richards llamó a su madre en mitad de la noche: «Tengo una pistola en la boca y estoy dispuesto a apretar el gatillo. No merezco vivir, he matado a gente». Lo peor vino después, relata Tina: «Tratamos de ingresarlo en un hospital militar, tardaron 5 meses en darnos una cita y solamente 10 minutos en decirle que sus problemas venían de la niñez y no de la guerra».
Otros afectados, como Jeffrey Lucey, ni siquiera tuvieron la oportunidad de ser atendidos por un psicólogo. Su caso, después de que el militar se suicidara tras haber sido excluido de un programa para ex combatientes, levantaba la indignación en el país y conseguía movilizar a sus padres, quienes demandaron al Gobierno estadounidense por negligencia.
Con miles de ex combatientes más rechazados por los hospitales militares, y en un país «acostumbrado a tener soldados de un solo uso, de usar y tirar», asegura Tina, la paciencia de los veteranos estallaba finalmente el pasado mes de julio, cuando decenas de asociaciones denunciaban a la Administración Bush. En la querella, al rededor de 180.000 ex combatientes acusaban al secretario del departamento de Veteranos, Richard Nicholson, de violar la ley al no entregar ayudas económicas a los veteranos afectados por enfermedades mentales.
«Todo es una estrategia para ahorrar dinero, nadie quiere que se sepa cuánto va a costar esta guerra», declara a La Voz Gordon Erspamer, abogado a cargo del proceso. Su trabajo dio frutos unos días después de presentar la demanda: la Cámara de Representantes aprobó medidas que permiten aumentar el dinero destinado a los veteranos.
Índices de suicidio
Pocos confían en que la ley haga pública la verdadera magnitud del problema. Sin cifras oficiales, la sospecha de que Irak esconde los mayores índices de suicidio de todo la historia bélica de EE.?UU. no ha podido ser confirmada debido al silencio administrativo. «Tratan de hacernos callar como en Vietnam. Se permiten incluso el lujo de decir en el Congreso que el síndrome de estrés postraumático es genético, que hay que tener un defecto para que te ocurra -dice entre lágrimas Tina-, pero esta vez no los van a tirar a la basura. Ellos no pueden hablar, pero sus familias sí».