La policía israelí ha tomado las calles de la capital ante la visita de tres días que hoy inició el presidente de Estados Unidos.
09 ene 2008 . Actualizado a las 21:53 h.«Irán es una amenaza para el mundo». Es el primer mensaje oficial del presidente de Estados Unidos en su primera visita a Oriente Próximo desde que llegó a la El Casa Blanca. En una rueda de prensa junto al primer ministro irsraelí, Ehud Olmert, George W. Bush ha alertado de que Teherán puede retomar «fácilmente» su programa nuclear y fabricar bombas atómicas. Ya se sabía que el tema iraní estaba en el centro de las negociaciones entre los representantes estadunidenses e israelies. «Habrá consecuencias serias si ataca nuestros barcos. Les aconsejo que no lo hagan», advirtió Bush.
El Consejero de Seguridad Nacional de EEUU, Stephen Hadley, por su parte, reiteró que buques de su país estuvieron a punto de disparar el domingo contra lanchas iraníes que los hostigaron durante un incidente en el Estrecho de Ormuz. Bush también hizo advertencias a Irán respecto a sus actividades atómicas, pese a que un informe de Inteligencia de Estados Unidos afirmaba en diciembre que el Gobierno de Teherán suspendió su programa nuclear militar en 2003. «Un país que ha tenido un programa secreto puede fácilmente reiniciarlo», advirtió Bush.
El otro tema principal del encuentro de Bush con Olmert, que tuvo lugar en la Casa Agion, la residencia de estilo Bauhaus del primer ministro en Jerusalén Occidental, fue el de las negociaciones de paz con los palestinos. Bush dijo que éste es un momento «histórico» y se declaró «optimista» de que las dos partes puedan alcanzar un acuerdo de paz antes del fin de su mandato, dentro de un año. El presidente estadounidense anuncio que mañana, en su reunión con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, preguntará a su interlocutor como hacer para detener el lanzamiento de cohetes artesanales desde Gaza hacia el territorio israelí. Olmert ha advertido que la paz no llegará hasta que no cesen los ataques a Israel desde los territorios palestinos.
Además, sobre el tema de los enclaves isralíes ilegales en Cisjordania, levantados sin el permiso del Gobierno, dijo que «deben ser eliminados».
Tres días de visita
Bush llegó esta mañana al aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv, donde fue recibido por Olmert, por el presidente del país, Simon Peres, así como por mandos militares israelíes y una guardia de honor. «Me alegro de estar aquí», dijo Bush mientras saludaba a los mandatarios. Bush pasará tres días en Tierra Santa, en un intento de dar un impulso adicional a las negociaciones de paz que él mismo relanzó en la conferencia de Annapolis en noviembre.
Uno de sus primeros encuentros ha sido con el alcalde de Jerusalén, el ultra-ortodoxo judío Uri Lupolianski, a quien ha expresado que la Ciudad Santa debe permanecer unida y bajo soberanía israelí. El intendente de Jerusalén se entrevistó con Bush en el histórico hotel King David, cuyos alrededores quedaron literalmente tomados por las fuerzas de seguridad israelíes.
El presidente de EE.UU. dedicará el día de hoy a reuniones con Olmert y Peres, quienes están particularmente interesados, según fuentes israelíes, en tratar el tema de Irán, que tanto Israel como Estados Unidos consideran una amenaza para la estabilidad de la región.
Bush viajará el viernes por la tarde a Kuwait, y de ahí continuará a Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Egipto. Regresará a Washington el próximo día 16.
Antes de entrar ayer, martes, en el Air Force One, el avión presidencial, Bush afirmó que un objetivo de su gira es dar garantías a los países del Golfo Pérsico de que Estados Unidos está decidido a mantener su seguridad. Su Gobierno quiere reforzar los lazos con esos países como una forma de aislar a Irán.
Las relaciones con ese país se han enrarecido aún más después de que barcos iraníes hostigaran el domingo a tres buques estadounidenses en el Estrecho de Ormuz, en el Golfo Pérsico. Bush calificó ayer a esa acción como «un acto de provocación».
Israel, blindada
Miles de policías israelíes y soldados patrullaban las calles vacías de Jerusalén el miércoles mientras las fuerzas de seguridad estaban en estado de alerta para la visita del presidente estadounidense George W. Bush. En cada esquina de las calles que conducen al centro de la ciudad había policías, guardas fronterizos y soldados, que también rodeaban el Hotel del Rey David, donde se alojará el presidente norteamericano durante tres días.
«No podemos permitirnos errores cuando se trata del hombre más poderoso del mundo», afirma Yossi Tosk, uno de los 10.500 agentes del orden israelíes desplegados durante el viaje de Bush.
Ya estaban preparadas las barreras metálicas que debían cerrar manzanas enteras de la ciudad, mientras este país, obsesionado por la seguridad, daba lo mejor de sí para recibir la primera visita de un presidente estadounidense en nueve años.
Un globo blanco equipado con cámaras de vigilancia flotaba en el cielo de Jerusalén y la policía patrullaba los tejados en torno al histórico hotel Rey David.
Muchos comercios en el centro de Jerusalén estaban cerrados y se echaba en falta la multitud que habitualmente abarrota el animado centro de la ciudad y su principal mercado.
En Israel, todos los servicios de inteligencia fueron puestos en alerta para esta operación, bautizada «Cielo Despejado», la mayor desde que el papa Juan Pablo II visitó Tierra Santa en marzo de 2000. En el lado palestino, sólo en Ramalá se desplegarán unos 4.000 oficiales de policía y habrá personal adicional en Belén, donde Bush tiene previsto rezar en la iglesia de la Natividad.
Intensificando la preocupación en materia de seguridad, un miembro estadounidense de Al Qaida llamó a los militantes islamista a atentar contra Bush durante su viaje, afirmando que «no debería ser recibido con flores y aplausos sino con bombas y coches bomba».