Para algunos analistas económicos, la balanza comercial energética acumulada en los primeros once meses del 2007 registró una caída del 23,9% respecto al mismo período del 2004. Esto permitió que las restricciones al consumo interno, si bien en algunos casos de gran magnitud (especialmente durante el pasado invierno), no se extendieran por prolongados períodos.
Obviamente, la situación no resultó gratuita. Todo lo contrario, ya que tuvo importantes costos para las arcas públicas: el incremento durante los primeros nueve meses del 2007 en el monto de los subsidios relacionados con el mercado energético ascendió a 4.300 millones de pesos (990 millones de euros).
Las medidas enumeradas recientemente en el marco del plan de ahorro de electricidad anunciado por la presidenta argentina (cambio del huso horario, instalación de bombillas de bajo consumo en el ámbito residencial y en dependencias públicas, restricciones al encendido de escaparates y marquesinas luminosas, etc.) si bien pueden reducir el consumo, no representan una solución a la cuestión de fondo.
El exceso de demanda energética es el resultado de una oferta insuficiente frente a una demanda que no para de crecer, producto de las distorsiones de precios relativos que existieron y aún existen.
En la medida en que dichas distorsiones sigan presentes, la escasez energética seguirá siendo un factor de riesgo grave para la economía argentina.