El primer atentado suicida perpetrado en más de un año en Israel se produjo ayer en la ciudad de Dimona (sur), que acoge a una de las comunidades más importantes de origen español en ese país. En el ataque murieron una israelí y dos kamikazes palestinos procedentes de Gaza. Otras once personas resultaron heridas.
El ataque, reivindicado por las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, se produjo en un centro comercial de esta ciudad de 40.000 habitantes situada en el desierto de Neguev. Es el primer atentado que sufre esa localidad, en la que el principal problema es el desempleo.
Uno de los kamikazes pereció al detonar su cinturón de explosivos, y un oficial de policía que estaba allí mató al otro. El cinturón de explosivos de este último fue neutralizado por artificieros.
El presidente de Israel, Shimon Peres, denunció a «los abyectos terroristas que quieren asesinar a mujeres y niños inocentes y matar desde el inicio toda probabilidad de paz».
Un responsable de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, surgidas del movimiento Al Fatah del presidente Mahmud Abás, afirmó que este ataque fue llevado a cabo en forma conjunta con otros dos grupos armados por dos kamikazes originarios de Gaza.
Desde Gaza, un jefe enmascarado de las Brigadas de Al Aqsa dijo que los dos kamikazes pasaron de la franja de Gaza a Israel sin atravesar el Sinaí egipcio, como sugirieron medios de comunicación hebreos.
La Autoridad Palestina condenó el atentado «contra civiles», y una operación del Ejército en Qabatiya (Cisjordania), en la que murieron dos activistas de la Yihad Islámica. Pocas horas después, Amer Al Qarmut, un jefe de los Comités de Resistencia Popular, perdió la vida en un ataque aéreo en el norte de la franja de Gaza. Otro palestino murió y tres resultaron heridos en la frontera con Egipto cuando unos policías abrieron fuego para dispersar a manifestantes palestinos.