El príncipe Enrique, tercero en la línea sucesoria al trono británico, vio cumplidos sus deseos de conocer de primera mano la acción militar. Según informó ayer el Ministerio de Defensa, el príncipe lleva desde el 14 de diciembre en el sureste de Afganistán luchando contra las fuerzas talibanas, en una operación que se ha mantenido en secreto por el riesgo que implica su presencia allí. El pasado verano, el Gobierno le denegó participar con su regimiento en Irak.
Enrique se encuentra en la provincia afgana de Helmand, donde está el grueso de las tropas británicas y considerada una de las más peligrosas del país. Su función es la de controlador aéreo avanzado, responsable entre otras cosas de cubrir a las tropas en la primera línea de fuego cuando se producen los ataques aéreos. Según se ha informado en Inglaterra, el príncipe Enrique ha tomado parte en combates contra las guerrillas talibanas.
Enrique, que ocupa el rango de teniente en el regimiento de los Blues and Royals, es el primer miembro de la familia real con sucesión directa al trono que toma parte en una acción militar desde que su tío, el príncipe Andrés, luchó como piloto de helicópteros en la guerra de las Malvinas en 1982.
Decisión de la reina Isabel II
La decisión que permitió su presencia en Afganistán junto a los otros 8.000 soldados la tomó su abuela, la reina Isabel II.
La pasada primavera, nada más licenciarse en la academia militar de Sandhurst, Enrique mostró su deseo de unirse a las tropas británicas desplegadas en Irak. Sin embargo, el Gobierno consideró en verano que la situación en aquel país era muy peligrosa como para permitir su presencia, decisión que fue contestada por el príncipe.
«Voy a tener que sentar mi culo aquí mientras mis compañeros luchan por mi país», dijo entonces.
Además de ser la persona que da el visto bueno a los ataques aéreos, Enrique tiene que estudiar las imágenes obtenidas por los diversos sistemas de vigilancia de las fuerzas británicas para detectar la presencia de las guerrillas talibanas y sus posiciones. También analiza los resultados del equipo de sensores de calor de los cazas para el estudio de los terrenos y poder identificar búnkeres y sistemas de trincheras enemigos.
El Ministerio de Defensa alcanzó un pacto con la prensa para que no informara de su presencia en Afganistán durante los tres meses de su despliegue. Pero una filtración en una web norteamericana obligó al Gobierno a confirmar el rumor.
Ahora, los mandos militares pedirán asesoramiento de los comandantes sobre el terreno sobre si el príncipe puede seguir sirviendo en Afganistán.