Desde Abraham Lincoln a Jimmy Carter o el propio JFK, la historia presidencial estadounidense está llena de dirigentes con menos currículo que Barack Obama
17 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.«Yo llevo años en el Senado, John McCain lleva años en el Senado, Barack Obama solo tiene un discurso». La frase corresponde a la precandidata demócrata Hillary Clinton y resume como ninguna otra su eterna filosofía de «experiencia frente a esperanza».
Empeñada en hacer de su currículo en puestos políticos el estandarte de su campaña electoral, durante meses la ex primera dama ha proclamado por todo el país su predisposición para «ser presidente desde el día número uno».
Pero ¿es realmente la experiencia lo más importante para llegar al Despacho Oval? Si uno hace caso a la historia reciente de Estados Unidos la respuesta debería ser no. Concretamente y según un artículo publicado por la revista Time, «muchos de los mejores dirigentes de EE.?UU. llegaron a la presidencia con igual o menos currículo que el senador de Illinois».
En esta lista de «novatos» con éxito pero con menos bagaje que Obama se encontrarían presidentes de la talla de Abraham Lincoln, el popular Jimmy Carter, John F. Kennedy o el propio Ronald Reagan que, aunque considerado uno de los mejores mandatarios de la nación, nunca ejerció en un puesto nacional hasta antes de su investidura en la Casa Blanca.
Una circunstancia que se repetiría también en el caso de «intrusos» como el republicano Dwight D. Eisenhower, quien solo abandonó su carrera militar -era un laureado general- para entrar en la Casa Blanca.
¿Garantía de éxito?
Con la fábula de los inexpertos, por lo tanto, echada por tierra, tampoco el tópico de quienes defienden un mayor bagaje como garantía de éxito parece resistir el envite del tiempo. Así lo demostraría la carrera de figuras como Lyndon B. Johnson, Richard Nixon o George H. W. Bush, todos ellos reputados y experimentados vicepresidentes, pero juzgados por la historia como ineficientes gestores de la democracia estadounidense.
«Esto no significa que, de ser elegida, Hillary Clinton vaya a fracasar en su papel o que Barack Obama esté predestinado a ser un gran líder», asegura el prestigioso semanario, que concluye que «lo único que demuestra es lo que los científicos llaman "ciencia de la experiencia"».
Bautizada así desde que en 1973 dos investigadores publicaran su descubrimiento en la prestigiosa revista Pychological, esta doctrina asegura que, aunque cualquiera con diez años de práctica puede considerarse un experto en un área, los resultados de una acción no dependen de la experiencia si no de la capacidad de reacción. Más gráficamente: dos enfermeros con distintas graduaciones son muy proclives a cometer el mismo error si están bajo una situación de estrés, por ejemplo.
Nocivo
Y no solo eso. Según estudios publicados posteriormente, la experiencia puede resultar nociva, ya que en muchas ocasiones supone una relajación de nuestros sentidos, como cuando llevas más de veinte años al volante. Con los datos sobre la mesa ¿cuál es por lo tanto la fórmula correcta para obtener el éxito deseado? Según la mayoría de los expertos, el político ideal es aquel que más practica, pero también el que más renueva sus conocimientos constantemente.
Un reto que ni Hillary Clinton ni Barack Obama han prometido todavía cumplir.