La ayuda internacional recibida por Birmania no llega a muchos de los afectados por el ciclón Nargis debido a que gran parte es decomisada por las milicias progubernamentales para luego venderla en los mercados de la antigua capital. El dato fue descubierto el mismo día en que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, visitó el país para convencer a los militares de que dejen intervenir a cooperantes extranjeros.
A plena luz del día, varios tenderetes tienen apilados sacos de arroz con el emblema de la ONU y las siglas del WFP (Programa Mundial de Alimentos, PMA), según pudo comprobar ayer Efe en Theingyi Zei, el mayor bazar de Rangún. Otros puestos venden frutos secos y verduras en cajas que llevan el sello «Ayuda del Reino de Tailandia» debajo de grandes pegatinas con imágenes de altos jerarcas de la Junta Militar, entre ellos su máximo líder, el general Than Shwe.
Mientras decenas de cooperantes extranjeros del PMA esperan en Bangkok a que las autoridades birmanas les concedan un visado para viajar a las zonas devastadas donde más se les necesita, los acérrimos del régimen y los comerciantes se lucran con el material de emergencia donado por la comunidad internacional.
Preguntado por la procedencia del grano, un comerciante de origen indio se limita a señalar su precio: 3.000 kyat por un cuenco, equivalente a unos diez dólares al cambio oficial, algo menos de 3,5 dólares en el mercado negro y casi el doble de lo que se pagaba hasta ahora. Antes de que el Nargis arrasara el sur de Birmania, un bol de arroz, la ración diaria habitual de una familia de cinco personas, costaba 800 kyat.
A los pocos días de la catástrofe, la escasez y el temor a una falta de abastecimiento duplicó su valor hasta los 1.600 kyat (1,70 dólares), pese a que cerca de la mitad de los 53 millones de birmanos subsiste con menos de un dólar al día.
Ese es el precio del cereal de peor calidad, recogido antes del ciclón o en los cultivos de la mitad norte del país, menos fértiles que el delta del río Irrawaddy. «El arroz extranjero es más caro porque es fresco, no se está pudriendo como el resto», explica una anciana que no quiso revelar su nombre por temor a los paramilitares que trafican con la ayuda humanitaria.
La mujer afirma que cada mañana, miembros de ese grupo aparcan en una de las entradas del bazar sus vehículos militares, de los que descargan arroz, agua potable y mantas que han incautado al personal local de las agencias de ayuda humanitaria.
Entrevista
Las revelaciones se produjeron el mismo día en que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se entrevistó en Birmania con el primer ministro birmano, el general Thein Sein, a quien habría censurado su falta de colaboración en la distribución de ayuda. Al término del encuentro, Ki-moon declaró que la Junta Militar ha mostrado cierta flexibilidad frente a los llamamientos internacionales. Ban Ki-moon sobrevoló en helicóptero la región del delta del Irrawaddy y también visitó dos campos de damnificados.