David Petraeus, el general más mediático de la ocupación de Irak, deja hoy el mando de las fuerzas estadounidenses en Irak, después de salvar la cara a George W. Bush en ese país ocupado. Desde que enero del 2007 asumió el cargo de comandante de la Fuerza Multinacional, el rey David -como se le apoda por sus dotes de militar valeroso y a la vez intelectual- ha logrado reducir drásticamente los niveles de violencia en Irak, cuando la batalla se daba ya por casi perdida y la guerra civil parecía inminente.
Bush premiará los esfuerzos de Petraeus enviándolo a dirigir el Comando Central del Ejército de EE.?UU., que abarca las operaciones militares desde Oriente Medio a Asia, pasando por el Cuerno de África. El puesto está vacante desde la dimisión-cese en marzo del almirante William Fallon, tras cuestionar la política del presidente estadounidense en Irán.
La jefatura de Petraeus está asociada al aumento de las fuerzas militares estadounidenses en Irak: un refuerzo de 30.000 hombres que elevó las tropas a cerca de 140.000 miembros. Como paraguas de Bush, repelió todas las embestidas de quienes exigían la retirada ya y puso en marcha la nueva estrategia del Pentágono en el país árabe, en la que nadie creía.
A ello unió su decisión de aliarse en su lucha contra la insurgencia liderada por Al Qaida con grupos de milicianos suníes progubernamentales, los conocidos como Consejos de Salvación.
Hoy en Bagdad pasará el mando al general Raymond Odierno, uno de los artífices de la captura de Sadam Huseín, teniendo como testigo al jefe del Pentágono, Robert Gates.