La dictadura no era necesaria para que el país lograra el «milagro económico», según el embajador chileno ante la ONU, Heraldo Muñoz, autor de un libro sobre el mandatario.
17 oct 2008 . Actualizado a las 03:37 h.La dictadura de Agusto Pinochet no era necesaria para que Chile lograra el «milagro económico» que ha convertido al país latinoamericano en modelo internacional, consideró hoy el embajador chileno ante la ONU, Heraldo Muñoz, autor de un nuevo libro sobre la figura del fallecido mandatario.
Muñoz, en una entrevista con Efe, explicó que en su nuevo libro, «The Dictator's Shadow: Life Under Augusto Pinochet», analiza si el dictador pasará a la historia como un despiadado represor o como un buen gestor que colocó a su país en la senda de la prosperidad.
«Hay una sombra sobre Pinochet en esos dos grandes temas, sobre cómo se le ha visto en la historia», apuntó.
El diplomático y cofundador del Partido por la Democracia (PPD), que fue ministro portavoz y vicecanciller en diferentes etapas de la presidencia de Ricardo Lagos (2000-2006), presentó hoy su nueva obra en Nueva York en un acto organizado por la Americas Society and Council of the Americas.
Muñoz señaló a Efe que en su libro aborda el argumento de que, más allá de todo lo relacionado con los asesinatos, torturas y violaciones de los derechos humanos cometidas bajo su mandato, Pinochet (1915-2006) tuvo un lado positivo.
«Todavía hay esa sombra, y creo que la respondo diciendo que en democracia, con un Congreso que fiscaliza, con sindicatos que se movilizan, los resultados son mucho mejores», indicó.
Recordó que los gobiernos democráticos, agregando al modelo un componente social, han logrado un mayor crecimiento económico, la reducción de la inflación a un dígito y una disminución de la pobreza al 13 por ciento del 40 por ciento en que la dejó Pinochet.
«Ese es el verdadero milagro», recalcó.
Muñoz resaltó que Pinochet adoptó las reformas liberales de los llamados «Chicago Boys» por pragmatismo, más que por ideología, y que no dudó en ajustarlas cuando la crisis financiera chilena de 1982 demostró la necesidad de una mayor regulación.
El libro del embajador también analiza el impacto de la figura del fallecido general en el escenario internacional, que va desde la imitación en otros países de sus reformas económicas hasta su histórico arresto en Londres por orden de la justicia española, del que ahora se cumple una década.
El embajador chileno lo calificó como «el tirano más importante de la segunda parte del siglo XX», debido a su asociación, por una razón u otra, con personalidades como Richard Nixon, Henry Kissinger, Fidel Castro, Leónidas Brézhnev, Margaret Thatcher o el economista Milton Friedman.
Además, la represión que desató contra sus opositores «impulsó el movimiento trasnacional de la sociedad civil en favor de los derechos humanos».
«Hay numerosos dirigentes políticos mundiales que me han dicho que sus primeras acciones políticas fueron protestar contra Pinochet en las calles», dijo Muñoz.
En cuanto a la relación con EE.UU., indicó que existe un amplio consenso en que la intervención del Gobierno de Nixon (1969-1974) en el golpe de estado en Chile constituye uno de los momentos más negros de la política exterior de Washington, como reconoció en una ocasión Colin Powell cuando era secretario de Estado.
«¿Fue responsable Estados Unidos del golpe que puso a Pinochet (en el poder) durante 17 años? El golpe fue realizado por chilenos, pero claramente con el auspicio de Estados Unidos», sentenció el diplomático.
Consideró que el caso chileno es «una gran lección» para Washington, que «fue un aprendiz de brujo, que al intervenir y abrazar a Pinochet creó un monstruo».
La posterior actuación de la dictadura, incluidos la comisión de atentados en el exterior, hizo que «las relaciones se fueran deteriorando hasta alcanzar su punto de enorme tensión bajo la administración de Ronald Reagan», dijo.
Muñoz sostuvo que los temores de Estados Unidos de que Chile bajo Salvador Allende se convertiría en un aliado de la Unión Soviética eran infundados, y se contradecían con los intentos del presidente socialista de llegar a un acuerdo con Washington, de los que el autor fue testigo.
Señaló que Nixon y Kissinger estaban «obsesionados con Chile», atrapados por las «pasiones» de la Guerra Fría, hasta el punto de que el tiempo que le dedicaron «era completamente desproporcionado al peso de Chile en la arena mundial».
Pese a algunos intentos por tratar de presentar una parte positiva del dictador, el diplomático advirtió que la falta de arrepentimiento demostrada por Pinochet hasta el final de sus días «va a facilitar que sea recordado como un tirano».