Tras la liberación del capitán Phillips y la amenaza lanzada por los piratas contra barcos de otros países, se ha abierto en Estados Unidos el debate sobre si los mercantes deben ir armados o no.
Algunos expertos consideran que sería beneficioso para las tripulaciones que estos buques de carga portaran armas. Así ha ocurrido durante siglos hasta que hace unas décadas los marinos dejaron de ir armados. Una solución sería que los barcos llevaran un armero y que fuera el capitán el que decidiera cuándo les entregaba las armas a los marineros si tenían que defenderse de un ataque.
Pero los armadores no están de acuerdo con esa alternativa. Para empezar, sus barcos hacen escala en muchos puertos con legislaciones diferentes sobre armamento. Además dicen que los piratas siempre podrán conseguir mejores armas que las que pudieran llevar sus navíos. Y otro asunto más, muchos de estos barcos llevan mercancías como petróleo o sus derivados que podrían incendiarse si se produjera un tiroteo.
El debate no ha hecho más que empezar, pero el hecho es que las aguas internacionales son cada vez más peligrosas. John Burnett, capitán de un barco atacado por piratas indonesios en 1992, explicaba ayer en The New York Times cómo se acabó con la piratería de aquella zona: con aumento de las patrullas de vigilancia y el uso de medios tecnológicos, como radares y aviones teledirigidos.