Hu Jintao anuncia «castigos severos» para los responsables de los disturbios y el Gobierno los vincula con Al Qaida
10 jul 2009 . Actualizado a las 02:22 h.El máximo responsable policial chino, Zhou Yongkang, se personó ayer en la ciudad de Urumqui, donde el domingo estalló la peor revuelta en dos decenios en China, con entre 156 y 800 muertos, según las distintas fuentes. Pese a la aparente sensación de normalidad que envolvió la jornada, los observadores constatan que el odio entre las etnias han y uigur está todavía muy caliente.
Zhou, uno de los nueve miembros del comité permanente del politburó del Partido Comunista, alentó a las tropas, que se cuentan por decenas de miles, y les pidió que repriman a «las fuerzas separatistas». Desde Pekín, y en sus primeras declaraciones tras el precipitado retorno de la cumbre del G-8, el presidente chino, Hu Jintao, aseguró que la estabilidad en Xinjiang es «la tarea más importante y apremiante», y reiteró que se aplicarán «castigos severos» a los responsables de las revueltas.
Durante todo el día de ayer, el primero tras el levantamiento del toque de queda, las tropas chinas hicieron una demostración de poder en todos los barrios de Urumqi para trasladar la idea de que la situación está bajo control. Este mismo mensaje trata de imponer la censura. Quedó una vez más demostrada por el hecho de que hasta ayer no se confirmaron disturbios en Kashgar (la segunda ciudad de la provincia), acaecidos el lunes. Varios periodistas de la televisión china reconocieron que muchas de las imágenes que grabaron esa noche no han sido emitidas, pero no facilitaron más detalles.
La dalái lama uigur
Represión y censura. El tercer pilar de la estrategia de Pekín es el recurso a su conocida teoría del enemigo exterior. En este sentido, reiteraron que las revueltas del domingo fueron «premeditadas y organizadas» por el exilio uigur y vincularon a los uigures violentos del domingo con la red terrorista Al Qaida. Con esta campaña, Pekín está convirtiendo a Rebiya Kadeer, una empresaria exiliada en Estados Unidos, en un dalái lama uigur, ya que está emergiendo como representante aglutinadora del que hasta la fecha carecía esta minoría étnica. «Rebiya es buena persona», dijo un joven uigur cuando compraba cuchillos en una tienda del mercado de Erdaoqiao. «Tenemos que defendernos, nadie lo va a hacer por nosotros», añadió.
Desde el domingo, los uigures han sido atacados por patrullas urbanas de ciudadanos chinos pertenecientes a la etnia han, que actúan en venganza por los ataques recibidos.
En los hospitales hay mayoría de heridos de etnia han, con contusiones en la cabeza, y numerosos colonos afirman haber perdido a familiares que murieron apaleados en las revueltas. Sin embargo, los uigures aseguran que también hay muertos y heridos entre los suyos y que la policía china está deteniendo de forma indiscriminada a todos los hombres de su etnia.
«Tenemos mucho miedo, estamos pasando un momento muy duro», dice uno de los vecinos de un barrio uigur. «En cuanto se vayan los periodistas extranjeros nos van a detener a todos. No sabemos a cuántos han detenido ya, pero desaparecen cada noche», agrega la misma persona.
Estos vecinos aseguran que los uigures violentos eran campesinos de la ciudad de Yili, al norte de la región.
«Hasta el domingo no sabíamos quién era Rabiya Kadeer», dijo un uigur vecino del barrio de Erdaoqiao, donde estalló la violencia, y que asegura haber perdido a uno de sus dos hijos en los disturbios. Este uigur tampoco sabe quién es Ilham Tohti, profesor de la Universidad Central de Nacionalidades de Pekín detenido ayer por instigar las revueltas a través de su blog.