El presidente de Estados Unidos es partidario de incorporar a los foros a las potencias emergentes
11 jul 2009 . Actualizado a las 02:30 h.El presidente de EE.?UU., Barack Obama, encontró resultados mixtos en su primera cumbre del G-8 pues, aunque considera que ha habido avances, se declaró partidario de un sistema que reduzca el número de reuniones internacionales y las haga más eficientes.
Así lo expresó ayer al término de la cumbre del G-8 en L'Aquila, en la que durante tres días se celebró una reunión de los ocho países más industrializados, que se fue ampliando en distintas sesiones para acabar sumando hasta 39 naciones y organismos internacionales.
Obama apuntó la posibilidad de que las reuniones internacionales puedan reducirse, de modo que se celebren menos, pero resulten más efectivas. La prioridad, subrayó, debe ser que estos encuentros sean «lo más productivos posible».
En los seis meses que lleva en el cargo, Obama ha asistido ya a cinco reuniones internacionales: en abril participó en el G-20 en Londres, el encuentro de la OTAN en Estrasburgo y una reunión con la UE en Praga. Además, ese mismo mes participó en la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago y ahora acaba de clausurar la cumbre del G-8 en L'Aquila. En septiembre, lo espera la Asamblea General de la ONU y otra cumbre del G-20, en Pittsburgh.
Según Obama, «no cabe duda de que debemos actualizar y renovar las instituciones internacionales que se establecieron en otros tiempos y lugares. Algunas datan de la posguerra, otras, como el G-8, han cumplido 30 años». El problema, indicó, es encontrar el formato adecuado, pues «todo el mundo quiere el grupo más pequeño posible que les incluya a ellos. Si son la economía número 21, quieren un G-21 y si se les excluye creen que es una injusticia».
El desafío, consideró Obama, es revitalizar la ONU, pues la Asamblea General «no siempre funciona de modo tan rápido o efectivo como sería necesario».
Sea cual sea el sistema, subrayó, es necesario incluir a las potencias en desarrollo, como China, la India o Brasil, pues «no va a funcionar si continentes enteros como África o América Latina no están representados adecuadamente en estos foros internacionales de toma de decisiones».
Además, varios jefes de Estado y de Gobierno abogaron ayer por una ampliación de la ronda que incluya a naciones emergentes como China, la India o Brasil, o a otros países desarrollados, como España, en eventuales formatos como el G-20 o el G-14.
El G-8, insuficiente
«El G-8 no es ya suficientemente representativo para responder a la crisis financiera», señaló Nicolas Sarkozy, que es partidario de sumar a los más industrializados del mundo más Rusia (G-8) el G-5 (China, la India, Brasil, México y Sudáfrica) más Egipto. Lula da Silva, reaccionó con escaso entusiasmo a la propuesta de creación del G-14 para debatir los problemas globales. Y reiteró que considera al G-20 -países industrializados y emergentes- como el mecanismo ideal,
«G-14 sería la respuesta correcta», indicó Silvio Berlusconi, ya que el G-20, que amplía el grupo a varios países emergentes más, sería demasiado grande para trabajar de manera efectiva.
Pese a reconocer que el sistema necesita una reforma, Obama consideró que la cumbre de L'Aquila ha sido un éxito. Él dedicó buena parte de su tiempo a promover la lucha contra la no proliferación y contra el cambio climático, y renovó su llamamiento a la unidad mundial para combatir esos peligros.
Barack Obama reconoció en su intervención: «No hemos estado de acuerdo en todo», y manifestó que los países en desarrollo no aceptaron fijar los recortes de gases. No obstante, subrayó que «hemos demostrado que si nos mantenemos unidos podemos lograr progresos». Mencionó la declaración del G-8 en la que expresa su preocupación por los «terribles» acontecimientos en Irán tras las elecciones de junio.