A cinco semanas de las elecciones, los liberales sueñan con estar en el Gobierno
23 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Faltan cinco semanas para que los alemanes se encaminen nuevamente a las urnas y todo apunta a que no habrá cambio de canciller -Angela Merkel, la jefa de los conservadores, sigue liderando los barómetros de popularidad-, pero sí de socio de coalición. Los socialdemócratas del SPD, con un nada carismático candidato, el ministro de Exteriores Frank-Walter Steinmeier, tienen las elecciones perdidas, si no remontan de forma dramática, lo que parece difícil a estas alturas. Un magro 23% de intención de voto le otorgaba el Politbarometer de la cadena pública de televisión ZDF esta semana, cuando necesitarían al menos un 26 o 27 por ciento de los sufragios para pensar en reeditar la gran coalición.
Merkel, por su parte, está deseando cambiar de socio. Lo ha dicho por activa y por pasiva y ha dejado claro que quiere repetir la fórmula que funcionó con Helmut Kohl durante 16 años, una alianza de conservadores y liberales, el escenario más probable en estos momentos. «Ambicionamos una coalición con el FDP y no quiero perder un solo voto en el camino», reiteraba hace pocos días en una entrevista con el Frankfurter Allgemeine Zeitung .
El mismo escenario
Se repite pues el mismo escenario que hace cuatro años -CDU y su ala bávara de la CSU queriendo gobernar con los liberales del FDP-, con la diferencia de que ahora los socialdemócratas se encuentran en peor estado de forma. El FDP es el partido bisagra por excelencia y ha gobernado con unos y con otros, cambiando de bando según hiciera falta durante los últimos sesenta años, pero en estos momentos no tiene que bailar con la más fea.
Guido Westewelle, un flamante abogado de 47 años, es el líder del partido que representa los intereses del empresariado, de médicos y abogados, que quiere bajar los impuestos y que lleva once años alejado del poder. Todo apunta a que después del 27 de septiembre se convertirá en ministro de Exteriores, como manda la tradición en este tipo de coaliciones. Las encuestas, que le otorgan un 14 por ciento, no podían serles más favorables.
Y ¿qué hay de los Verdes, el partido de Joschka Fischer? Pues que, a pesar de contar con el 12 por ciento de la intención de voto, no tienen grandes posibilidades. Sin una figura como Fischer, dan la impresión de estar algo perdidos. La cabeza bicéfala, formada por Renate Künast y Jürgen Trittin -ambos fueron ministros en el Gobierno rojiverde de Gerhard Schröder- es competente, pero no llega al electorado.
Parecen haber quemado cartuchos, buscan a un nuevo líder (lo han encontrado en el turco-alemán Cem Özdemir, que todavía tiene que consagrarse en el partido) y una nueva línea, después de haber traicionado los valores ecopacifistas (la guerra de Afganistán) con los que vieron la luz en los años setenta. No obstante, existe otro escenario posible, que es el que manejan los analistas como tercera posibilidad, la llamada «coalición semáforo», formada por verdes, liberales (amarillo) y socialdemócratas (rojo), pero que parece más bien improbable.
Sigue ahí, pero nadie se apresta a gobernar con ellos, el Partido de la Izquierda, liderado por Gregor Gysi, de la Alemania Oriental, y Oskar Lafontaine, que acabó a palos con su partido, el SPD, hace un decenio. Es el partido que dice no a todo, a la guerra en Afganistán, a la jubilación con 67 años, y que no descarta gobernar con verdes y socialdemócratas.
Ahora bien, resulta difícil imaginar a un tecnócrata como Steinmeier compartiendo Gobierno con Gysi y Lafontaine. Estilos demasiado diferentes en estos momentos de la campaña electoral.