En las calles de Cisjordania se escenificaron ayer muestras de apoyo a Mahmud Abás, mientras llegaban peticiones desde Europa y los países árabes para que reconsidere su posición. Los Gobiernos de Estados Unidos e Israel no quisieron inmiscuirse, aunque dejaran traslucir su preocupación.
Banderas amarillas ondeaban ayer en Ramala y en otras ciudades durante las marchas a favor del presidente palestino. Cuando están a punto de cumplirse cinco años de la muerte de Yasir Arafat, una parte de los palestinos reclaman la continuidad de su sucesor. Lo mismo hicieron los portavoces de la Liga Árabe, el ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y el francés, Bernard Kouchner, en diversos llamamientos.
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, manifestó su intención de seguir trabajando con Abás, con independencia del cargo que ocupe, en favor de la solución de los dos Estados. Desde Israel, los medios informaron de una llamada del presidente Simon Peres a Abás y de la preocupación del primer ministro, Benjamin Netanyahu, que habla en privado del líder palestino como «el mejor socio posible». En todo caso, los israelíes no parecen dispuestos a allanar el camino para un futuro después de Abás. El viceministro de Exteriores, Danny Ayalon, rechazó que Marwan Barguti, que cumple condena por su papel en la segunda intifada, sea liberado en el marco del intercambio de prisioneros que negocian con Hamás.