La UE y el Vaticano condenan la consulta, pero la ultraderecha europea exige referendos similares
01 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Suiza teme que la prohibición de construir minaretes, aprobada el domingo en referendo, deteriore sus relaciones comerciales y diplomáticas con el mundo musulmán, donde ayer se multiplicaban las denuncias de la intolerancia demostrada por los helvéticos. La prensa suiza deploró «un voto inspirado por el miedo, los fantasmas y la ignorancia» y advirtió sobre el daño que puede provocar en la imagen del país. «Venganza, boicot, represalia... Esta afrenta al islam podría costar cara», advirtió el diario La Tribune .
Ginebra -centro financiero en gestión de fortunas y uno de los destinos preferidos de los árabes ricos- teme las consecuencias. Cada año, las visitas de ciudadanos de los países del Golfo generan unos 164 millones de euros. «Temo efectivamente que este resultado tenga consecuencias sobre nuestras exportaciones y en el ámbito del turismo», declaró la ministra de Justicia suiza, Eveline Widmer-Schlumpf.
En Indonesia, mayor país musulmán del mundo, la principal organización islámica denunció el odio y la intolerancia de Suiza, mientras el muftí de Egipto, Alí Gomaa, lo calificó como un insulto a los musulmanes, y grupos religiosos de Pakistán, un caso de «islamofobia extrema». La Organización de la Conferencia Islámica expresó su decepción por la consulta, «que afecta a la imagen de Suiza como país que respeta la diversidad, la libertad de culto y los derechos humanos». Igual decepción mostró Turquía.
Mientras, en Europa se producían reacciones opuestas: la ultraderecha se congratuló, pero la izquierda y la Iglesia católica lo condenaron, en tanto que la derecha tradicional se mostró incómoda. La UE tildó de señal negativa la prohibición de los minaretes, mientras el Vaticano y la Iglesia suiza lo calificaron de «duro golpe para la libertad religiosa y la integración».
Aspiraciones ultras
La vicepresidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, aprovechó para pedir la celebración de un referendo similar en Francia -al igual que los ultras daneses- y exigió «a las élites [políticas] que dejen de negar los temores de los europeos». La derecha gobernante evitó condenar claramente el referendo. La única voz discordante fue la del ministro de Exteriores, Bernard Kouchner, que se declaró «un poco escandalizado». Mientras, en Italia, el ministro de la Liga Norte Roberto Calderoli calificó la consulta como «un triunfo contra la ideología filo-islámica» y pidió la inclusión de la cruz en la bandera italiana. En Alemania, un responsable del partido de Merkel, Wolfgang Bosbash, consideró que el voto suizo «debe ser tomado en cuenta». Mientras, Pérez Rubalcaba exigió una reflexión.