«Matar al pollo para espantar a los monos»

Andreas Landwehr

INTERNACIONAL

26 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La draconiana pena impuesta a Liu Xiaobo puede entenderse como una advertencia al resto de críticos que se atrevan a fustigar el régimen comunista. Es lo que en China recibe el nombre de «Shaji geihoukan» («Matar al pollo para espantar a los monos»). El mensaje no deja lugar a dudas: nadie puede discutir el poder del Partido Comunista. La condena también es un portazo en la cara de la UE y EE.?UU., que habían pedido la liberación del activista y escritor.

«Ya no siento nada», señaló la esposa de Liu, tan extenuada como serena tras conocer la condena. El juez le permitió hablar con su marido solo unos minutos en la sala del tribunal. «Nos reímos y hablamos sobre nuestra familia y amigos», contó. «Solo tuvimos tiempo de desearnos uno al otro suerte para la vida que nos espera». Hasta ahora ningún otro activista por los derechos humanos había pasado tantos años tras las rejas por «subversión».

Amigos, intelectuales y compañeros de causa quedaron impactados por la decisión. «Con esta sentencia, el Partido Comunista anuncia al mundo y al pueblo que utilizará todo su poder para garantizar su régimen unipartidario, en lugar de aplicar reformas», sostuvo la profesora jubilada Ding Zilin.

Ding, que encabeza una red de familiares de las víctimas de la sangrienta represión del movimiento prodemocrático de 1989, se refirió a «un proceso absurdo que arrancó al país la máscara de un Estado de derecho». «Hace 20 años acudieron a las armas: el Ejército mató indiscriminadamente», recordó la mujer, que en 1989 perdió a un hijo de 17. «Hoy, 20 años más tarde, ya no se dedican a matar, pero dejan a la policía detener indiscriminadamente».

«En una república popular el poder debería emanar del pueblo, pero hoy la situación en China es que todo el poder está en manos del partido», criticó por su parte Bao Tong, ex asesor de Zhao Ziyang, derrocado en 1989, y unos de los primeros firmantes de la «Carta 08». Bao asegura que los verdaderos culpables son los líderes comunistas.