Las buenas relaciones entre el líder religioso tibetano y Washington, que duran ya casi 50 años, han causado siempre, como hoy, las iras de Pekín.
19 feb 2010 . Actualizado a las 13:48 h.La reunión mantenida por el Dalai Lama, y el presidente de EEUU, Barack Obama, en la Casa Blanca es un capítulo más en la larga historia de las buenas relaciones entre el líder religioso tibetano y Washington, que dura ya casi 50 años y ha causado siempre, como hoy, las iras de Pekín.
Tenzin Gyatso, decimocuarta reencarnación del Dalai Lama, visitó EEUU por primera vez en 1979, pero a raíz de la concesión del Premio Nobel, que ganó en 1989, sus frecuentes visitas a Norteamérica adquirieron fuertes connotaciones políticas.
No es casualidad que apenas dos años después de la recepción del Nobel -y de la matanza de Tiananmen- un presidente estadounidense, George Bush, accediera por primera vez a reunirse con él.
Bush «padre» sentó las bases de este tipo de reuniones «privadas» dándoles perfil bajo y discreto para no molestar demasiado a Pekín (que considera al Dalai Lama un líder político y separatista), y en aquel primer encuentro de 1991 sin fotos de prensa.
El sucesor de Bush, Bill Clinton, fue aún más allá en la privacidad y discreción en sus reuniones con el Dalai Lama y nunca autorizó un encuentro privado y a solas entre ambos, sino en medio de reuniones con otros políticos estadounidenses.
Sin embargo, hubo una reunión oficial del Dalai con la entonces primera dama, Hillary Clinton, quien ayer repitió el encuentro, aunque esta vez como Secretaria de Estado.
La tónica de la discreción fue rota por George Bush hijo, quien en 2007 fue el primer mandatario estadounidense en recibirle a título público y no privado y en aparecer con él en la entrega de la Medalla de Oro del Congreso de EEUU, lo que enfureció a Pekín.
Hasta la reunión de ayer, de nuevo «privada» con Obama, el Dalai Lama ha mantenido 11 encuentros con mandatarios estadounidenses, coincidiendo con sus visitas a Washington, pero siempre fuera del Despacho Oval (reservado a jefes de Estado y Gobierno) por deferencia a China.
Precisamente, fue Obama quien, recién llegado al poder, interrumpió la cadencia iniciada en 1991, ya que, antes de recibirle, prefirió viajar a China, lo que hizo en noviembre, otro gesto hacia Pekín, según los analistas.
Las relaciones entre la Administración de EEUU y el Dalai Lama, como representante de la comunidad budista y del autodenominado gobierno tibetano en el exilio, se iniciaron décadas atrás y de forma bastante más secreta, cuando el servicio de inteligencia estadounidense, la CIA, dio dinero al líder tibetano.
En el contexto de la Guerra Fría, y cuando tibetanos y chinos sufrían la mayor represión religiosa y política debido a la Revolución Cultural (1966-76), la CIA pagó al año al Dalai Lama 1,7 millones de dólares al año y entrenó un movimiento de resistencia pro independencia del Tíbet en suelo estadounidense.
Esta ayuda fue reconocida por el entorno del Dalai Lama en 1998, y también por la propia CIA en esa misma década, argumentando que se trataba de una táctica contra el comunismo chino.
Aunque los lazos políticos del Dalai Lama con EEUU son llamativos, lo cierto es que la principal labor del monje tibetano en ese país se enmarca en el plano religioso y cultural, y casi cada año viaja allí para conferencias o sesiones de meditación.
El próximo mayo, el Dalai Lama tiene previsto viajar a Nueva York para dar una conferencia sobre budismo, la tercera religión más practicada en EEUU tras el cristianismo y el judaísmo (se calculan unos seis millones de adeptos).
En los años 50 -coincidiendo con la entrada de las tropas comunistas en el Tíbet y el exilio del Dalai y otros monjes- religiosos tibetanos se establecieron en EEUU y fundaron escuelas que atrajeron a emigrantes asiáticos y a jóvenes y artistas de la época, como el escritor Jack Kerouac, así como a miembros de los movimientos «beatniks» y «hippies».
El Dalai Lama encontró la simpatía de muchos miembros de esos movimientos y también un gran nicho de adeptos en Hollywood, donde su amigo personal el actor Richard Gere y muchas otras estrellas buscan la Verdad en las enseñanzas de Buda.
Steven Seagal, Oliver Stone, Orlando Bloom, Uma Thurman y Sharon Stone son otros reconocidos budistas y admiradores del Dalai Lama.
El idilio de Hollywood con el Dalai culminó con películas como «Siete Años en el Tíbet», protagonizada por Brad Pitt, o Kundun, dirigida por Martin Scorsese, pero el Dalai fue incluso personaje invitado de la serie «Los Simpson», donde Lisa, por cierto, es otra reconocida adepta al budismo tántrico.