El repunte de Le Pen agudiza el revés conservador de cara a la segunda vuelta el próximo domingo.
15 mar 2010 . Actualizado a las 00:26 h.La izquierda obtuvo este domingo un triunfo histórico en la primera vuelta de las elecciones regionales francesas al acaparar más del 50% de los votos, un resultado que no alcanzaba desde la llegada al poder del socialista François Mitterrand en 1981. Los conservadores de la UMP (27%), el partido del presidente Nicolas Sarkozy, perdieron diez puntos con respecto a los comicios precedentes de hace seis años cuando ya tuvieron que contentarse con gobernar sólo dos de las 26 regiones del país.
La tarea de las huestes de Sarkozy se complica por añadidura de cara a la segunda ronda del próximo domingo con el repunte del ultraderechista Frente Nacional (11%), que recupera buena parte del voto prestado al jefe del Estado en las presidenciales de 2007. A los 81 años, el viejo caudillo neofascista Jean Marie Le Pen superó el 20% de las papeletas en Provenza-Alpes-Costa Azul mientras que su hija Marine, aspirante a sucederle un día en el liderazgo interno, logró más del 19% en Norte-Paso de Calais.
La recuperación de la ultraderecha forzará contiendas a tres bandas en la mitad de las circunscripciones dentro de siete días, situación que limita al mínimo las opciones conservadoras de arrebatar consistorios regionales a la izquierda. Como temían los sectores más moderados de la derecha democrática, el debate auspiciado por Sarkozy sobre la identidad nacional ha llevado el agua de la xenofobia y el temor al islamismo al molino lepenista sin aportar ningún caudal adicional al partido del presidente.
El Partido Socialista, indiscutible vencedor con cerca del 30% de los sufragios, se erige en primer partido de Francia con aspiraciones de lograr el próximo domingo el Grand Slam para pintar de rosa, verde y rojo la totalidad del mapa político regional. Los ecologistas de EE (13%) se confirman como segunda fuerza de izquierdas por delante de los comunistas y socialistas disidentes agrupados en el FG (6%), que ya han anunciado su voluntad de fusionar sus listas con el PS en un frente común para la segunda vuelta.
En total la izquierda sumó más del 50% de las papeletas, el 54% si se tiene en cuenta a la extrema izquierda, algo que nunca ocurría desde la 'era Mitterrand'. El logro representa un espaldarazo al liderazgo de Martine Aubry al mando del PS sin desembarazarla de la competencia de Ségolène Royal, que totalizó casi el 40% de los votos en su feudo de Poitou-Charentes.
En las filas de la UMP, que trató de disimular el revés con la disculpa de la fuerte abstención, muchas voces culpan por los bajines al propio presidente del mal resultado. La obcecación en la dinámica de apertura a figuras heterodoxas de la izquierda cada vez es más contestada internamente. Los recientes nombramientos de los socialistas Didier Migaud en el Tribunal de Cuentas y de Michel Charasse en el Consejo Constitucional han acrecentado la incomprensión conservadora.
A Sarkozy también se le atribuye en casa un error estratégico al haber forzado la unión de todas las derechas desde la primera vuelta. De esta manera el Elíseo ha quemado los cartuchos para la segunda ronda que tradicionalmente han representado corrientes como los eurófobos, los democristianos o los cazadores.
El politólogo Dominique Reynié, director de un laboratorio de reflexión conservador, opinó que Sarkozy tenía que haber abierto la oferta desde la primera vuelta «para permitir a los decepcionados votar a la derecha sin votar por la UMP». «Cuando esos electores entran en el juego, se puede esperar recuperarlos en la segunda vuelta. Pero si los quieres de primeras, se quedan en casa», analizó.