Los socialistas negocian con los verdes un frente común de la izquierda para la segunda vuelta
16 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.La ducha fría de las urnas no cambiará la política de Nicolas Sarkozy. La derecha obtuvo en la primera vuelta de las regionales del domingo sus peores resultados en la historia de la V República y tiene muy pocas posibilidades de remontar en la segunda vuelta. Los socialistas, eufóricos por los cuatro puntos que han sacado de ventaja, negocian con los verdes un frente común de la izquierda.
Los síntomas del desencanto de los electores que apoyaron a Sarkozy como presidente son precisamente los dos puntos negros de la jornada electoral: una abstención superior al 53%, récord absoluto en unas regionales solo superado por el 59% de las últimas europeas, y la resurrección del Frente Nacional, que roza el 12% del conjunto de los votos y alcanza un 20% en Alpes-Costa Azul: Jean-Marie Le Pen llega a la segunda vuelta y pone en bandeja la victoria a la izquierda unida.
Ninguno de los ocho ministros candidatos tiene posibilidad de conseguir una presidencia, y las dos regiones en poder de los conservadores, Alsacia y Córcega, podrían cambiar también de manos. El primer ministro, François Fillon, intenta mantener el optimismo y no da nada por cerrado, pero se cura en salud recordando que la izquierda ya dominaba el mapa regional.
Los dirigentes conservadores se remitían ayer obsesivamente a las declaraciones realizadas por Sarkozy antes del escrutinio, «elecciones regionales, consecuencias regionales». Cierran filas para intentar motivar a los abstencionistas y arañar los votos de Le Pen donde no consigue el mínimo del 10% para llegar a la segunda vuelta. Pero la apertura pasa factura a Nicolas Sarkozy y algunos miembros de su partido empiezan a criticar «el estrabismo presidencial a la izquierda».
La Unión por un Movimiento Popular ha eliminado al resto de la competencia y ahora no tiene con quien establecer alianzas. La secretaria general de los socialistas, Martine Aubry culpa a Sarkozy de «reabrir la puerta» a la extrema derecha al lanzar su controvertido debate sobre la identidad nacional.
Aubry se ha apuntado una victoria personal al doblar el escueto 15% que su partido obtuvo hace un año en las europeas. Gana en legitimidad y autoridad interna y se hace un hueco en la larga lista de presidenciables socialistas. La cómoda victoria en Poitou-Charentes alimenta también las ambiciones de Ségolène Royal, que sin embargo pierde terreno ante el fracaso de los centristas: Royal siempre ha defendido la alianza de los socialistas con el Modem de François Bayrou, relegado por las urnas a un ridículo 4% de representación. Los militantes elegirán a su candidato el año que viene.
El PS tiene hasta las seis de esta tarde para hacer oficial su acuerdo con los verdes y nadie duda de que habrá frente común, con la voluntad proclamada por ambas partes desde la misma noche electoral y una oferta de Aubry para que las listas comunes se confeccionen de forma proporcional según los resultados del domingo.
Ayer, solo una región empañaba el ambiente de euforia general en la sede socialista: la victoria en Langedoc-Roussillon de George Frêche, suspendido de militancia por sus comentarios racistas.