Aumenta el malestar entre los rusos por la falta de democracia y la crisis económica
30 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.El doble atentado de Moscú, presumiblemente por la guerrilla chechena, tiene lugar en un momento muy delicado para el tándem que forman el presidente Dmitri Medvédev y el primer ministro, Vladimir Putin. Al fracaso de la política antiterrorista que se aplica en el Cáucaso norte se unen otros muchos descalabros -especialmente el económico- y la falta endémica de democracia.
El final de la contienda en Chechenia ha sido proclamada tantas veces como el anuncio del comienzo de una guerra contra el terrorismo. Medvédev puso fin al régimen especial antiterrorista en la república separatista hace justo un año por considerar la situación normalizada. Había estado vigente desde 1999, cuando empezó la segunda guerra contra los separatistas.
Apenas el jefe del Kremlin levantó el régimen antiterrorista, comenzó una ola de atentados. La insurgencia hace tiempo que está más instalada en las vecinas Ingusetia y Daguestán que en la propia Chechenia. El verano pasado fue el momento crítico en la campaña, con sangrientos atentados por todo el Cáucaso norte, y especialmente en Nazrán y Grozni, capitales respectivas de Ingusetia y Chechenia.
Amenazas islamistas
Los separatistas reivindicaron incluso la explosión que en agosto devastó la central eléctrica de Sayano-Shúshenskaya (Siberia), la más grande de Rusia, causando 75 muertos. En un mensaje colgado en el portal de Internet www.kavkazcenter.com, los extremistas chechenos anunciaban que su líder, Dokú Umárov, había decidido declarar a Rusia «una guerra económica» a «gran escala».
Advirtieron que sus activistas habían sido enviados por toda Rusia para atacar infraestructuras. Una fuente del Kremlin consideró entonces la amenaza una estupidez.
Sin embargo, en noviembre, una bomba en la vía férrea Moscú-San Petersburgo hacia descarrilar el tren Nevski Express y mataba a 26 personas. En enero, un coche bomba trató de penetrar en un cuartel de la policía en Majachkalá (Daguestán) y causó seis muertos. En casi todos los casos se trata de suicidas, mujeres por lo general.
Según Medvédev, los autores de la masacre de ayer querían desestabilizar la situación en el país. El presidente checheno, Ramzán Kadírov, también cree que pretendían sembrar el caos y hundir la economía del país. Lo cierto es que la economía rusa pierde fuelle ya de por sí. El empobrecimiento de la población va en aumento, mientras sube el número de ricos y también sus beneficios. Las manifestaciones de protesta, aún poco numerosas, empiezan a extenderse por Rusia. Para mañana ha sido convocada una concentración en Moscú para reivindicar el derecho de manifestación y exigir más democracia.