Bélgica se encamina hacia unas elecciones anticipadas que podrían celebrarse antes de asumir la presidencia europea
28 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.«Horum omnium fortissimi sunt Belgae»: de todos los pueblos de la Galia, los belgas son los más aguerridos.
La descripción que hacía, en el 50 a.C, Julio César en su Guerra de las Galias encaja como en dos piezas del mismo molde al panorama de la Bélgica actual, en plena crisis de gobierno, con los flamencos en virtual pie de guerra contra los valones.
Las legiones romanas no distinguían entre unos y otros a la hora de lanzar sus ofensivas. Cuando tenían que atacar apuntando sus catapultas o lanzando sus flechas incendiarias, no distinguían entre francófonos o flamencos. Pero si César, o alguno de los más conocidos historiadores romanos regresaran hoy a Bélgica, quizá volverían a constatar que, en efecto, los belgas son «los más aguerridos» y, sobre todo, difíciles de gobernar de todos los pueblos de la región.
Tal como ha quedado en evidencia con la dimisión de Leterme (su segundo fracaso en el cargo en dos años), ambas comunidades, unidas precariamente desde que Bélgica nació como Estado tapón en 1830, están más enfrentadas que nunca. La dimisión de Leterme, que el lunes aceptó el rey Alberto II, deja al país en un estado de semianarquía. En estos momentos solo funciona un Gabinete interino que debe resolver los asuntos corrientes, más urgentes, pero el resto de temas quedan en suspenso. En suspenso, justamente, está el país, con 12 millones de habitantes. A falta de dos meses para que Bélgica asuma la presidencia rotatoria de la UE de manos españolas, reina el desconcierto y el caos.
Parálisis total
La prensa lo reflejaba ayer con claridad: «Parálisis total», aseguró el periódico francófono Le Soir , «Caos político», dijo el flamenco Het Laatste Nieuws , «Bélgica se encamina a la aventura electoral», titulaba el también flamenco « De Standard». Este último subrayó las palabras «aventura» y «electoral» en tinta roja. Con eso pretendía destacar el temor de la población a la celebración de comicios anticipados, seguramente el 13 de junio próximo.
Y es que, según encuestas exprés realizadas por la radiotelevisión belga francófona RTBF, más del 80% de la población no desea volver a las urnas, y un porcentaje similar considera que el mayor problema del país es la crisis económica y no los «juegos de poder entre los políticos».
Con todo, esta parece ser la salida en la que todos piensan para superar la crisis. Si el rey no la ha oficializado todavía, disolviendo el Parlamento, es porque estuvo explorando la vía de nombrar un mediador para formar un nuevo Gobierno tras la dimisión del actual Ejecutivo. Pasaba porque una formación flamenca, el SPA (socialista), aceptase reemplazar al Open VLD hasta el final de la legislatura, en junio del 2011.
Las probabilidades de éxito eran escasas porque la presidenta del SPA, Caroline Gennez, ya declaró el lunes por la noche que su partido no estaba dispuesto a «reparar el Gobierno», al que comparó con un vehículo que ha sufrido «daños irreparables». Por lo tanto, si finalmente fracasara este último intento, el rey convocaría elecciones anticipadas justo antes de que Bélgica asuma en julio la presidencia de la UE.
Según informa Efe, la perspectiva de elecciones anticipadas no agrada a los francófonos, que temen una radicalización del electorado en Flandes y mayores dificultades para resolver esta disputa, que amenaza seriamente la unidad del país.
Legalidad
Constitucionalistas y observadores se muestran además divididos sobre la legalidad de unas elecciones que se celebrarán sin haberse resuelto el contencioso de un distrito electoral que resulta clave.
El riesgo de un bloqueo total y de una «crisis de régimen» es muy grande, advirtió ayer la viceprimera ministra socialista, Laurette Onkelinx.