No hay alivio estos días para el penitente Gordon Brown. Tras su gafe con la viuda jubilada Gillian Duffy y su desastroso resultado en el que tenía que haber sido «su» debate televisado, el premie r volvía a mostrarse ayer ante el electorado con una nube negra y lluviosa sobre su cabeza. Tenía que haber sido la presentación de un póster electoral cuya intención era relanzar la campaña electoral laborista, acto que tenía lugar en Birmingham y al que iba a concurrir la plana mayor del partido, entre ellos nueve de sus ministros.
Ya había llegado al lugar de la presentación la caravana con los dirigentes laboristas y había tomado la palabra lord Mandelson, ministro de Fomento, cuando todos los medios de comunicación se olvidaron del político y se volvieron hacia el estrepitoso ruido de una frenada y la colisión de un vehículo, justo a unos metros de los automóviles oficiales.
Un Volkswagen Golf se había empotrado en la marquesina de una parada de autobús. Su conductor, Omed Rashid, de 27 años, pudo abandonar el vehículo por su propio pie. Dijo que se vio obligado a frenar y desviarse para no chocar contra un camión de la basura, cuyo conductor se había detenido para ver la presentación política. El colmo de Brown era que Rashid es votante laborista y está en el paro.