Pál Schmitt, un experto espadachín campeón olímpico de esgrima en dos ocasiones, es desde ayer el nuevo presidente de Hungría, gracias a la mayoría de dos tercios que su partido, el conservador Fidesz, tiene en el Parlamento de Budapest. El nuevo jefe del Estado tiene 68 años y llega a la máxima magistratura del país con la intención de aplicar a la política la filosofía del «mens sana in corpore sano» que aprendió en sus años de deportista.
El 5 de agosto tomará posesión como jefe del Estado húngaro, un cargo con pocas competencias y casi meramente representativo, que es elegido cada cinco años por el Parlamento. Ya antes de ser elegido, este economista de formación prometió convertirse en un «motor de las reformas» que quiere impulsar el Ejecutivo conservador que dirige el primer ministro Viktor Orbán, a quien los analistas aseguran que es muy leal. En su primera intervención tras ser elegido reclamó tener una presencia destacada en asuntos de política exterior.
Schmitt fue medalla de oro en sable en los Juegos de México de 1968 y de Múnich en 1972. Ocupó también altos cargos en el Comité Olímpico Internacional. Es el actual presidente del Comité Olímpico húngaro.