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Nueva Orleans pide a Obama más ayuda 5 años después del «Katrina»

Tatiana López WASHINGTON/LA VOZ.

INTERNACIONAL

Unas 50.000 viviendas aún permanecen vacías y la localidad tiene uno de los mayores índices de pobreza de EE.UU.

30 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Varios representantes políticos y estrellas del mundo del espectáculo como Brad Pitt y Sandra Bullock se unieron ayer en Nueva Orleans a los actos de conmemoración por las más de 1.800 víctimas que dejó hace cinco años el huracán Katrina . Al lugar acudió también el presidente Barack Obama.

Entonces, hace cinco años, tal día como ayer, los ciudadanos de Nueva Orleans no tuvieron tiempo de despedirse de ella. La mayoría salieron huyendo el 30 de agosto del 2005 asustados ante la llegada de un tormenta que parecía no tener fin y que afectó a los estados de Luisiana, Misisipi, Florida, Georgia y Alabama. A los que decidieron regresar les esperaba una metrópoli diferente y que cinco años después sigue provocando la nostalgia de sus habitantes. «Si conociste Nueva Orleans después del Katrina es que no has conocido Nueva Orleans» es la frase preferida de sus habitantes.

La primera cicatriz que se observa al regresar a la cuna del jazz mide más de 350 millas y rodea la localidad con la precisión de un anillo. Se trata de la muralla de cemento con la que los ingenieros estadounidenses pretenden contener de una vez por todas al río Misisipi. Hace un lustro, los débiles diques que lo frenaban cedieron ante la fuerza del huracán acabando con la vida de más de 1.800 personas. Hoy el río está acorazado por un complejo sistema cuyo coste es de 15.000 millones de dólares y cuyos antecedentes arquitectónicos son comparables a la la presa Hoover, en la frontera entre Arizona y Nevada.

«Pero esa es la parte mas fácil. Lo realmente difícil es quitarle el miedo a la gente para que regrese», dice Robert Richards, uno de los que sí decidió volver.

Según la Oficina del Censo de Luisiana, tan solo un tercio de los más de medio millón de habitantes regresaron a Nueva Orleans tras el paso del huracán.

La mayoría de los que no volvieron son afroamericanos de clase baja que vivían de alquiler o en casas de familiares.

Su ausencia rebajó un 10% la población negra, pero además tuvo dos consecuencias inesperadas: aumentó la población de latinos, pues muchos acudieron a la llamada de mano de obra, y se redefinió la esfera política local con la elección del primer alcalde blanco en más de tres décadas, Mitch Landrieu, quien ayer pidió más ayuda gubernamental para la reconstrucción y culpó a Washington de la rotura de los diques en su día.

El alcalde y su misión

La elección de Landrieu marcó el final de una época dominada por la corrupción y el crimen organizado.

«Después del huracán fue como si los únicos que se quedaran aquí fueran los delincuentes y los traficantes, pero las cosas han cambiado», dice Tanya Herry, una de las pocas residentes en Lower Ninth Ward, un barrio que ya antes era peligroso.

Se calcula que en los días que siguieron al Katrina se cometieron miles de delitos bajo la mirada indiferente de las fuerzas del orden. Al año siguiente a la tragedia, el índice de asesinatos por cada 10.000 habitantes subió hasta un 76%. El total anual: más de 200 cadáveres en una ciudad de 354.850 habitantes, según el censo del 2009.

Parte del problema de la violencia se debe a la alta marginalidad de una ciudad que ostenta uno de los mayores índices de pobreza de EE.?UU. Y la otra parte, por la ineficacia de la policía, que en los últimos meses se vio implicada en dos escándalos sin precedentes.

La ciudad y la leyenda

Pero la renovación de las instituciones públicas es solo parte del trabajo que el nuevo alcalde tiene por delante. Entre sus retos está qué hacer con las más de 50.000 viviendas que todavía permanecen vacías o cómo acabar con el paro en una localidad que desde el 2004 ha visto caer la tasa de empleo en más de 10.000 puestos de trabajo.

«El problema es global porque Nueva Orleans, como el resto de EE.?UU., se ha visto afectada por la crisis económica. A esto hay que sumar que muchas personas han perdido su casa por no poder pagarla, y, desde hace unos meses el desastre de [la petrolera] BP» en el golfo de México, afirma Tanya Herry, que pertenece a la junta de recuperación de la ciudad.

La única buena noticia es la llegaba de jóvenes, muchos de ellos músicos que buscan con su traslado revitalizar a una ciudad que nunca será lo que fue, pero que puede llegar a ser mejor.