En un país que crece a ritmo estratosférico comparado con su entorno y que tiene ínfulas de superpotencia mundial siguen presentes demasiados aspectos que mantienen al Brasil electoral en un plano desacorde a su presente.
Francisco Oliveira Silva podría ser cualquier hijo del nordeste brasileño, pero este tiene un sobrenombre, Tiririca, famoso en Brasil, y ahora ya declarado fenómeno electoral. Payaso y cantante, Tiririca se ha convertido en el rostro de los aspirantes a diputados federales. En primer lugar, porque sin experiencia en política y sin otra profesión diferente a la de humorista, emerge como el candidato con más intención de voto al Congreso. Alguna encuesta habla de que obtendría unos 900.000 votos. Y en segundo, porque en los últimos días se ha puesto en duda si Tiririca sabe leer y escribir. Aunque él firmó la declaración garantizándolo, un reportaje de la revista Época lo pone en duda tras someterlo a varias pruebas, y varios de sus colegas (humoristas, no políticos) dicen que es analfabeto.
El caso de Tiririca es el más llamativo de una serie interminable de candidatos provenientes de mundos ajenos a la política que podrían sumarse al sin par eslogan de campaña del payaso: «¿Usted sabe lo que hace un diputado federal? Yo no, así que vóteme y se lo cuento».