Pese a la censura, aumentan las personas que conocen y firman la carta 08
10 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.El Gobierno chino está indignado por la concesión del Nobel de la Paz a Liu Xiaobo, de la que dicen que cuenta con la «enérgica oposición del pueblo». Sin embargo, cuando se pregunta a la gente se puede percibir un gran interés tanto por el laureado como por sus peticiones de reformas.
En Guiyang, a 1.700 kilómetros de Pekín, en la plaza del Pueblo de la capital provincial de Guizhou, en el sur de China, los fines de semana se debate la carta 08, impulsada hace dos años por Liu. Cada sábado y domingo, decenas de personas acuden interesadas al debate. «La gente en la plaza lo sabe», dice el activista Wang Zhang. Hasta un centenar de personas se reúnen, indicó. «Desde la concesión del Nobel hay más actividad que nunca. Cada vez viene más gente», agregó.
Muchos conocen a Liu a través de Internet. Existe material sobre el premiado y la carta 08 o información sobre lo que significa el Nobel de la Paz para aquellos que todavía lo desconocen. «Muchos se muestran entusiasmados cuando lo descubren», comenta Zhang.
La carta 08 comenzó con 303 intelectuales, abogados y defensores de los derechos humanos. Desde entonces, miles de personas suscribieron el llamamiento, que se puede interpretar como el borrador de una constitución para una China en libertad. A pesar de la censura, el documento se difundió en Internet.
En numerosos lugares los activistas se arriesgan a penas de prisión solo por difundirlo. Algunos lo imprimieron y repartieron en octavillas con la petición de libertad de opinión y de prensa. Dos activistas incluso estamparon camisetas en las que se leía carta 08 para promover en la calle la iniciativa. Uno de ellos pasó un año en un centro de reeducación sin pasar por proceso judicial alguno.
Mucho menos público que en la plaza del Pueblo de Guiyang hay en otros lugares de China, como Pekín o Chengdu, donde se celebran este tipo de debates, pero en todas partes sale a relucir la figura del Nobel.
Zhang y sus colegas de debate prefieren mantenerse en un segundo plano. No quieren despertar la atención de la seguridad del Estado que ronda por allí. La policía observa los encuentros y hasta la fecha nunca los ha dispersado. «La gente en la plaza es muy valiente», comenta. «Cuando los de la seguridad me quisieron detener la gente se agrupó y nos rodeó para mantenernos apartados de la policía».
El Nobel alentó a las fuerzas democráticas en China. Tienen la sensación de que el mundo no los ha olvidado. Sin embargo, la policía actúa desde entonces con mayor dureza contra los defensores de las garantías básicas. Muchos están bajo arresto domiciliario, fueron interrogados, amonestados, golpeados o son invitados a «charlar tomando un té», según se denomina a las intimidaciones informales.