Humala toma las riendas

AFP

INTERNACIONAL

Es el primer dirigente de izquierda desde 1975, año en el que cayó Velasco Alvarado.

28 jul 2011 . Actualizado a las 22:05 h.

Ollanta Humala, un militar retirado de 49 años, se convirtió este jueves en el primer presidente de izquierda de Perú en casi cuatro décadas con el desafío de «acabar con el lacerante rostro de la exclusión y de la pobreza» en un país que crece de manera acelerada.

Humala juró en la sede del Congreso ante el presidente del Legislativo, Daniel Abugattás, y frente a una docena de mandatarios extranjeros, la gran mayoría de ellos sudamericanos.

«Juro por la patria que ejerceré fielmente el cargo de presidente de la República por el periodo presidencial 2011-2016», dijo el mandatario, quien inmediatamente recibió la banda de parte de Abugattás.

Humala señaló además que «defenderé la soberanía nacional, el orden constitucional y la integralidad física y moral de la República, y sus instituciones democráticas, honrando el espíritu, los principios y los valores de la Constitución de 1979».

Igualmente indicó que «reconoceré y respetaré la libertad de culto y de expresión y lucharé incansablemente por lograr la inclusión social de todos los peruanos, especialmente de los más pobres».

Tras juramentar a sus dos vicepresidentes, Humala inició su discurso a la nación, señalando que recibía el cargo «con humildad y fervor patriótico».

También se refirió a «una patria inclusiva» como su gran reto, «que asumo ante mis hijos y todos los niños que son el futuro de esta Nación».

Igualmente planteó la necesidad de que «la corrupción sea sancionada».

Al hablar de la economía señaló que «honraremos los acuerdos comerciales con países amigos», y señaló que el Perú mantendrá una «economía de mercado abierta al mundo».

Humala es el primer izquierdista en el poder en el Perú desde 1975 cuando fue derrocado el general Juan Velasco Alvarado, quien llegó al poder por golpe de Estado en 1968 y se alió con los partidos de izquierda para realizar una reforma agraria y tomar otras medidas redistributivas.

El nuevo mandatario reemplaza en el cargo al populista de derecha Alan García, quien no asistió a la ceremonia de posesión para evitar ser abucheado, según manifestó días atrás.

García prefirió entregar la banda presidencial un poco más temprano al jefe de la Casa Militar en el patio del Palacio de Gobierno y se retiró a su residencia en el este de Lima.

El nuevo mandatario recibe un país de 28 millones de habitantes en pleno boom económico, que creció 8,8% en 2010, pero que tiene un tercio de su población en la pobreza.

Su principal reto será entonces mantener la senda que permita mantener ese crecimiento -apuntalado por una vigorosa actividad minera- y al mismo tiempo ejecutar su plan de inclusión, una agenda pendiente de sus predecesores en un país donde, según la Defensoría del Pueblo, heredará 217 conflictos sociales, de los cuales 139 activos.

Como muestra de su compromiso, el primer gabinete ministerial, al que dará posesión el jueves, mezcla liberales en las áreas económicas y políticos de izquierda en las áreas sociales.

Su primer ministro es el acaudalado empresario Salomón Lerner Ghitis, su nuevo canciller es el intelectual de izquierda Rafael Roncagliolo y su ministro de Economía es el liberal ortodoxo Miguel Castillo.

Sin experiencia en cargos públicos más allá de algunas asignaciones diplomáticas en Francia y Corea del Sur, Humala se ha constituido en toda una incógnita.

Humala se dio a conocer con un intento de golpe de Estado en 2000 contra el gobierno autoritario y corrupto del presidente Alberto Fujimori, por el cual fue amnistiado posteriormente por el presidente Valentín Paniagua.

Luego reapareció en la política en el 2006 con un discurso radical de izquierda que caló en vastos sectores, pero su cercanía con el presidente venezolano, Hugo Chávez, ahogó esa primera aspiración a la jefatura del Estado.

En 2011 llegó con un mensaje más moderado, declarándose seguidor del modelo del expresidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, que mezcla una macroeconomía liberal con fuertes componentes sociales.

Este discurso moderado prendió en la población y fue el que le dio la victoria, según los analistas.