Los supervivientes regresan a la isla de Utoya

La Voz

INTERNACIONAL

La visita estaba pensada, entre otros motivos, para que superen sus sentimientos de culpa por haber sobrevivido a la tragedia.

20 ago 2011 . Actualizado a las 21:34 h.

Algunos estaban sentados bajo el sol en los peñones de la playa, otros miraban con el agua a la altura de las rodillas. Una chica hizo entonces el gesto de zambullirse de cabeza: con él le mostraba a sus familiares y amigos como huyó de la masacre del 22 de julio en la isla noruega de Utøya.

Los jóvenes que visitaron este sábado la isla en un día soleado sobrevivieron a la matanza perpetrada por el radical Anders Behring Breivik hace casi un mes. 69 de sus compañeros del campamento de verano del partido socialista murieron entonces por su interés de participar en política.

Muchos de los supervivientes volvieron incluso a las calles noruegas en los últimos días para hacer política. «Ahora más que nunca», era la consigna.

El viaje de este sábado a la isla fue, sin embargo, lo más difícil para muchos jóvenes, contó el jefe de la autoridad de salud estatal, Bjørn-Inge Larsen. Pero la idea era que se cercioraran de que «Utoya no es un lugar peligroso».

Familiares y amigos de las víctimas mortales habían estado ya en la víspera en la isla vacacional. Los supervivientes vieron las flores, velas y mensajes escritos que dejaron el día anterior en memoria de sus seres queridos.

La psiquiatra juvenil Grete Dyb explicó que un encuentro de ese tipo puede ser importante para superar lo ocurrido, pero que también puede ser duro. Dyb acompañó a varios de los familiares de los muertos en la isla el día anterior.

«El que tiene la más mínima duda sobre venir aquí no debe hacerlo», recomendó. Igual tendrán más adelante oportunidad de hacerlo, agregó. Lo difícil es estimar si la visita al lugar donde estuvieron a punto de perder la vida ayuda o no a los supervivientes.

«Esperamos que los ayude a largo plazo».

Pero el principal desafío para la mayoría no será el regreso a la isla, sino el regreso a la vida normal. »Tienen que volver a ir al colegio, encontrarse con amigos que no compartieron ese sufrimiento con ellos y que no lo comprenden«, apuntó Dyb. Hablar ahora con otros que pasaron por lo mismo los puede ayudar mucho, consideró.

Muchos de los supervivientes luchan por volver a la normalidad.

«Me elogio a mí misma cuando hago algo normal», contó Ingrid Endrerud, de 18 años, al diario Dagsavisen. Como muchos de sus compañeros, no se ha quitado la pulsera del campamento de Utoya. Y ha aplazado hasta después de la actual campaña electoral una mudanza a Francia. «Es bueno tener algo que hacer», aseguró.

También Prableen Kaur está sumida de lleno en la campaña. «Nuestra respuesta tiene que ser una democracia más fuerte aún. Por eso esperamos que la gente ejerza su derecho a voto», escribió en su blog la joven ataviada con un vistoso turbante sij. «Nuestra sociedad debe seguir siendo abierta», agregó. «Esperamos que el tiempo hasta las elecciones está marcado por la dignidad. Que podamos discutir de la variedad sin prejuicios».

Dyb también cree que es bueno que muchos jóvenes sigan activos en la política. Pero también advierte de los peligros: «Tienen que tener cuidado de no quedarse sin fuerzas, de no exigirse demasiado. Ahora mismo no tienen tanta fuerza como en otros momentos», señaló.