Dos chechenos, héroes en Utøya

ignacio ortega MOSCÚ / EFE

INTERNACIONAL

Salvaron a una veintena de niños al esconderlos en una cueva en la isla

22 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Noruega cerró ayer con una ceremonia oficial en Oslo el período de luto oficial por las 77 víctimas de la masacre del 22 de julio, un acto en el que estuvieron el primer ministro, Jens Stoltenberg, y miembros de la casa real, así como autoridades de países vecinos.

Dos jóvenes chechenos acostumbrados a la violencia del Cáucaso ruso han sido declarados héroes tras salvar a varios niños de la ira del ultraderechista Anders Behring Breivik.

«No somos héroes. Solo ayudamos a varios niños noruegos que estaban en estado de shock y que apenas podían mover las piernas. Nos daban mucha pena», aseguró Rustán Daúdov, checheno de 16 años residente en las afueras de Oslo.

Daúdov y Movsar Dzhamáev, de 17 años, al que conoció en la trágicamente célebre isla de Utøya, salvaron a más de una veintena de niños al esconderlos en una pequeña cueva, lo que les ha valido las alabanzas del propio presidente checheno, Ramzán Kadírov.

«La cueva estaba junto a una gran roca, pero era pequeña y había mucha agua. No puedo decir cuántos escondimos. Yo también estaba conmocionado. Breivik llegó a acercarse, pero no nos descubrió», dijo.

Daúdov explica que fue Dzhamáev quien se zambulló en el mar hasta tres veces para rescatar a los jóvenes que desesperados se habían lanzado al agua vestidos, por lo que apenas avanzaban. «A la tercera vez le dije que no volviera al mar, estaba congelado y se podía ahogar», dijo el joven, quien cree que muchos podrían haberse salvado de no haber caído presas del miedo, ya que «había sitios donde esconderse».

El muchacho, que llegó hace ocho años a Noruega huyendo de la violencia en Chechenia, recuerda que él mismo estuvo a punto de ser víctima de Breivik.

«Oímos unos ruidos y después gritos. Entonces, vimos cómo se acercaba un hombre vestido de policía. Parecía muy tranquilo. Yo quise acercarme, pero Movsar me retuvo. Entonces, se puso a disparar y nos echamos a correr», dijo.

Breivik se paró cerca de donde estaban escondidos y aprovecharon para lanzarle piedras, una de las cuales le debió de dar, «ya que el hombre se echó la mano a la cabeza y dejó de disparar», señala. «Imagino que el haber nacido en Chechenia nos ayudó a reaccionar mejor», opina. Daúdov se apuntó al campamento socialdemócrata para «saber qué es eso de la política», mientras Dzhamáev se alistó «para jugar al fútbol».

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