La excontable de L'Oreal se ratifica en su acusación contra Sarkozy

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INTERNACIONAL

Reitera que vio cómo su tesorero de campaña se llevó 50.000 euros en el 2007

29 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Nicolas Sarkozy ha ordenado a los suyos que pasen a la ofensiva ante el cúmulo de escándalos que amenazan con salpicarlo. Para echar más leña al fuego de las sospechas, la excontable de Lilianne Bettencourt, Claire Thibout, ratificó ayer que el presidente era asiduo de la mansión de la heredera de L?Oréal y que presenció al menos una vez cómo su tesorero de campaña en el 2007 se llevaba un sobre con 50.000 euros.

En el fondo, Thibout no revela en las páginas de Liberation nada que no hubiera dicho ya ante los investigadores. Pero recrea situaciones concretas que refuerzan su versión de los hechos: el desfile de personalidades de la derecha era continuo en vísperas de las anteriores presidenciales, ella preparaba los billetes de 100 euros en fajos de 20 y el dinero se entregaba siempre en efectivo porque la multimillonaria, que contribuyó generosamente a la campaña, no quería firmar recibos.

Duros interrogatorios

La excontable, que trabajó 13 años con los Bettencourt, cree que alguien de muy arriba ha tenido que intervenir por la dureza de los interrogatorios a que la han sometido y la insistencia de la policía en que se retractara de sus denuncias. El caso lo lleva ahora un tribunal de Burdeos, pero antes pasó por la Fiscalía de Nanterre. Su titular, Philippe Courroye, es el presunto culpable de las escuchas telefónicas a tres periodistas de Le Monde. La jueza parisina que investiga la denuncia de estos lo ha citado a declarar y podría procesarlo. Courroye siempre ha sido criticado por seguir al dictado las instrucciones del Elíseo.

Allí, Nicolas Sarkozy almorzó con su círculo de fieles para explicarles en tono grave que él es el objetivo del escándalo Karachi. «No nos equivoquemos, todo esto es para ensuciarme», les dijo el presidente al referirse a la detención y procesamiento de dos íntimos amigos y colaboradores sospechosos de financiación ilegal de la campaña de Edouard Balladur, de quien el ahora presidente fue portavoz.

A partir de ahí, el primer ministro, François Fillon, se muestra escandalizado por el «clima de sospecha permanente, donde se acusa sin pruebas, se insinúa, se especula o se hacen circular documentos falsos».

El ministro del Interior y ex jefe de gabinete de Sarkozy también se muestra indignado. Claude Guéant dice que al presidente no le afectan los escándalos judiciales que salpican a los conservadores y defiende a su predecesor, Brice Hortefeux, denunciado por haber avisado al detenido Thierry Gaubert de que su mujer estaba hablando demasiado. Al ministro lo pillaron porque los teléfonos del procesado estaban intervenidos.