Shalit desea que el canje traiga la paz

Ánxela iglesias JERUSALÉN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Hamás intenta rentabilizar el éxito de la liberación en medio de la euforia palestina

19 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«El final de un largo viaje» se vivió ayer con el regreso del soldado Gilad Shalit tras cinco años de cautiverio, según resumió el padre del militar al término de una jornada de abrazos, reencuentros e interrogantes sobre las consecuencias del canje histórico de ese joven israelí por 1.027 presos palestinos, muchos de ellos con delitos de sangre. Palabras que también valen para los primeros 477 palestinos liberados. Un canje que el propio Shalit espera que «ayude a alcanzar la paz».

«Eivenu shalom aleijem». Os hemos traído la paz, la letra de una conocida canción hebrea, fue entonada por los centenares de amigos, familiares y simpatizantes que esperaban a Shalit en su pueblo de la Galilea, ondeando banderas blanquiazules. Banda sonora que culminó el proceso de liberación del soldado.

A primera hora de la mañana era transferido a través del paso de Rafah a manos egipcias para después ser entregado a mandos militares israelíes muy cerca de donde fue capturado hace cinco años y medio, y volar en helicóptero a la base de Tel Nof, en el centro de Israel, donde el primer ministro Benjamín Netanyahu habló de «misión cumplida».

Un largo día para un Shalit demacrado y visiblemente débil al que le sobraba mucha tela del uniforme militar que se enfundó tras entrar en Israel. Su estado de salud es aceptable, explicó su padre, aunque sufra los efectos de la falta de sol y tenga heridas mal curadas.

El soldado había contado previamente a una televisión egipcia su deseo de estar con gente tras tanto tiempo de aislamiento. También habló de su deseo de que se logre la paz entre israelíes y palestinos y de que más prisioneros sean liberados, en una entrevista a la que al parecer Shalit fue obligado, según se criticaba en Israel.

Júbilo en Cisjordania y Gaza

«Allahu akbar», Alá es el más grande, coreaba la multitud emocionada hasta las lágrimas, mientras los palestinos liberados eran transportados a hombros por la Mukata, la sede presidencial en Cisjordania. Un total de 96 llegaron hasta esa parte del territorio palestino en autobuses, después de haber sido entregados, esposados de pies y manos, por funcionarios israelíes. Desde primera hora de la mañana se les esperaba cerca de Ramala con banderas de todos los colores: amarillas, de Al Fatah; rojas del Frente Popular, y verdes, de Hamás. Todas juntas y a veces revueltas en un día en el que se quisieron olvidar las fuertes tensiones internas, incluso por parte de los líderes políticos, que compartieron estrado. Una situación excepcional en Cisjordania, donde la Autoridad Palestina persigue a sus rivales de Hamás, convertidos ahora en héroes con la liberación. Y quizá también una esperanza para la creación de un Gobierno de unidad, como quiso subrayar el presidente Mahmud Abás en su discurso.

En Gaza, donde Hamás ostenta el poder, el primer ministro Ismail Haniya hablaba de «victoria histórica» ante las decenas de miles de personas que recibieron a los más de 293 excarcelados, muchos de ellos cisjordanos a los que se prohíbe el regreso a casa. Otros 40, los considerados más peligrosos, esperaban su traslado al exilio en Turquía, Catar o Siria, mientras que los 550 restantes guardan aún en las cárceles israelíes a la segunda fase de un canje histórico con consecuencias políticas aún por desvelar. Gaza sueña ahora con el fin del bloqueo, en medio de las promesas de sus líderes.

Los habitantes de Gaza sueñan ahora con que Israel ponga fin al bloqueo a la franja