Los demás tiranos tiemblan

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

INTERNACIONAL

La primavera árabe ha acabado con tres dictadores, mientras otros resisten

21 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Ben Alí huyó de Túnez. Mubarak está siendo juzgado en Egipto. Muamar el Gadafi ha muerto en Sirte, su ciudad natal. Al contrario que en los dos primeros casos, la intervención militar extranjera ha sido decisiva para su caída, como sucedió antes con Sadam Huseín en Irak.

La llamada primavera árabe ya se ha llevado por delante a tres dictadores. Otros aguantan, pero ya no están tranquilos porque sus días pueden estar contados. El yemení Saleh, que regresó a su país hace un mes tras estar más de tres en Arabia Saudí restableciéndose de las heridas sufridas en un atentado, ha anunciado varias veces que está dispuesto a marcharse, pero se aferra al poder como una lapa. Mientras, el carnicero sirio Al Asad sigue masacrando a su propio pueblo, que pide en la calle que se vaya. La represión ha causado la muerte a unas 3.000 personas, aparte de miles de desaparecidos. Aquí, la comunidad internacional no está dispuesta a actuar, mostrando su habitual doble vara de medir.

La demanda de libertades de los ciudadanos árabes ha hecho también que los reyes de Marruecos, Mohamed VI, y Jordania, Abdalá II, se hayan movido, promoviendo la democratización de sus regímenes, pese a estar menos amenazados por potenciales revueltas.

Ya sabemos lo que no quieren la inmensa mayoría de los árabes, al menos los que han dado la cara jugándose sus propias vidas. Rechazan las dictaduras represoras y cleptómanas en las que las familias gobernantes y los círculos de poder que les son próximos se reparten el botín de la riqueza nacional y esquilman a los ciudadanos. Así lo hicieron los Ben Alí, los Mubarak y los Gadafi, como si siguieran un siniestro guion común.

Pero, una vez depuestos los tiranos, ¿cuál será el futuro de Túnez, Egipto o Libia? Antes ya de nada hay que decir que cada país parte de situaciones muy diferentes, pero el objetivo debería ser el mismo, la democracia. El primer test serán las elecciones a la Asamblea Constituyente de este domingo en Túnez, el paso inicial para la instauración del primer régimen realmente democrático y pluripartidista del mundo árabe, que se convertirá en un referente regional e influirá en otros Estados. El país norteafricano donde prendió la mecha de las revueltas podría servir de nuevo como modelo a seguir si la transición termina finalmente siendo un éxito.

En Egipto aún faltan dos meses para las elecciones legislativas y los manifestantes han vuelto a la mítica plaza Tahir para exigir al Ejército que traspase el poder a un Gobierno civil. Los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes que terminaron con la muerte de 19 coptos por disparos de los militares ha agravado la tensión.

Los árabes se la han jugado para echar a los tiranos, pero ahora queda la difícil conquista de la democracia, que siempre cuenta con importantes enemigos. Y no solo los terroristas de Al Qaida.

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