China vive la mayor tormenta política de su historia reciente
17 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Mientras Pekín escenifica un cambio de poder inmaculado con la visita a EE.UU. del futuro jefe del Estado, Xi Jinping, la población mira fascinada cómo se desata un escándalo, un misterioso thriller que muestra la sorda lucha de poder que libra la cúpula comunista. Los diarios de Hong Kong creen que es la «mayor tormenta política» en la historia reciente de China.
Los preparativos con que se organiza el cambio generacional en el mando del partido se han ido al traste por una mezcla de traición, corrupción, crimen organizado y un supuesto complot para asesinar. Los protagonistas son Bo Xilai (de 62 años), el ambicioso jefe del partido en Chongquing, la metrópolis de 30 millones de habitantes, y su jefe de policía Wang Lijun (de 52 años), el «superpolicía» de China. Una pareja considerada punta de lanza de la lucha contra la mafia, el crimen organizado y los funcionarios corruptos.
Muchos detalles están todavía por confirmar, pero el esqueleto de la historia sería este: cuatro días después de su destitución, el superpolicía aparece la noche del 6 de febrero en el Consulado de EE.UU. de Chengdu, a 300 kilómetros de distancia. Wang Lijun parece haber huido, haber hablado de un complot de asesinato e incluso haber pedido asilo. En contra de las costumbres, decenas de vehículos y policías armados de Chongqing van a toda velocidad a Chengdu y cercan el consulado.
Los ecos de la crisis diplomática llegan a la Casa Blanca justo antes de la visita del futuro hombre fuerte, Xi Jinping. La central del partido envía al viceministro de Seguridad estatal y, tras diez horas y muchas llamadas telefónicas, el exjefe de policía abandona el consulado «por propia iniciativa», según afirmaron diplomáticos estadounidenses.
Cura de reposo
Al parecer, hay una trifulca con el alcalde de Chongqing, que quiere llevarse a Wang Lijun. El viceministro se impone y vuela con él a Pekín. Oficialmente se informó a la prensa de que Wang está disfrutando de una «cura de reposo», porque está «agotado». Lo que contó a los estadounidenses queda en secreto. Pero en Internet aparece una supuesta carta suya en la que se describe como víctima y anuncia revelaciones sobre Bo Xilai, a quien califica como «el jefe de la mafia más grande».
¿Es verdadera la carta? «El tono encaja muy bien con Wang Lijun», dice el politólogo Zhang Ming, de la Universidad Popular de Pekín. A su juicio, el exjefe de policía habría acumulado material sobre los negocios de sus superiores.
Todo este escándalo no es una cuestión menor. «Chongqing es solo un escenario», afirma un miembro de una influyente familia. «En realidad hay que ver lo que sucede en Pekín». Se refiere al pulso entre la «liga de jóvenes», en torno al jefe de partido y presidente saliente, Hu Jintao, y a los «principitos», las figuras emergentes procedentes de familias poderosas, entre las que se encuentran el propio Xi Jinping y Bo Xilai.
Con su campaña roja en Chongqing, que revive las tradiciones maoístas, Bo Xilai no hizo muchas amistades en Pekín. Su metrópolis está considerada una bandera de la izquierda. «Muchos quieren que el reloj dé marcha atrás», dice Zhang Ming. «El intento ha sido abortado», añadió, debido a la interdependencia de política y negocios.
Se especula sobre la posibilidad de que se haga caer a Bo Xilai procesando al exjefe de la policía: solo podrá salvar su cabeza si cuenta todo lo que sabe. Pero la cúpula del partido parece paralizada, lo que para los analistas significa que se libra una lucha por el poder cruenta. No se activó la censura, no se ha reprimido el debate en Internet, ni se le pidió a Bo Xilai que vaya a Pekín a informar.
El escándalo es un duro golpe a sus ambiciones de entrar en el comité permanente de nueve miembros del buró político. Pero Bo Xilai no se da por vencido: viajó al sur de China, a la central militar en Yunna, que su padre construyó, tal vez para demostrar el apoyo con que cuenta entre los militares.