Rusia, fiel aliado de Damasco, sorprendió ayer a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU al denunciar el entrenamiento de rebeldes sirios en Libia. «Hemos recibido informaciones de que en Libia, con apoyo del Gobierno, existe un centro especial de entrenamiento para revolucionarios sirios», denunció el embajador ruso ante la ONU, Vitaly Churkin, añadiendo que después son enviados de Siria para cometer atentados.
En Washington y acompañado de Hillary Clinton, el primer ministro interino libio, Abdel Rahim al Kib, dijo no estar informado de ningún campo de entrenamiento de rebeldes, «a menos que se haga sin permiso del Gobierno, lo que dudo», dijo.
En el segundo día de visita de la responsable de operaciones humanitaria de la ONU, Valerie Amos, a Siria, en Ginebra se organizaba un plan de emergencia para distribuir comida a un millón y medio de civiles, pese a que Damasco afirmó que «no sirve para nada», ya que no existe una crisis humanitaria.
El mediador Kofi Annan, que llegará el sábado en Damasco, llamó a la oposición «a trabajar» con él y rechazó con contundencia una posible intervención militar en Siria. «La solución última reside en un arreglo político», afirmó en El Cairo.
Mientras los Comités de Coordinación Local (CCL) denunciaron nuevas masacres a manos del régimen. Un total de 44 personas habrían sido asesinadas en Jobar, un suburbio de Homs. Al menos 36 pertenecían a dos familias de activistas.