La caída de Bo Xilai pone en jaque a la cúpula china

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La lucha por el poder adquiere tintes de novela negra tras la purga del político y la detención de su mujer por asesinato

12 abr 2012 . Actualizado a las 06:58 h.

El escándalo que salpica a Bo Xilai, el carismático político caído en desgracia que hace solo unos meses tocaba el liderazgo de China, está sumiendo a la cúpula comunista en una de sus peores crisis en más de dos decenios. Las sospechas de asesinato contra su famosa esposa Gu Kailai, descrita como la Jackie Kennedy china, abren un nuevo y sombrío capítulo en el thriller político que desde hace dos meses mantiene en suspenso al gigante asiático.

«Ahora esperamos el segundo relevo», dijo el conocido bloguero chino Michael Anti. «No creo que la gente de Hollywood sea capaz de imaginar una serie tan dramática», añadió. Para limitar las repercusiones del caso, China ha bloqueado la búsqueda de los nombres de los implicados en Internet.

La exabogada de 52 años estaría involucrada en la muerte del empresario británico Neil Heywood. Su cadáver fue hallado en noviembre en un hotel en Chongqing y en un principio se dijo que la muerte se debió a un consumo excesivo de alcohol. Heywood, de 41 años, era amigo de la familia y había conseguido a través de sus contactos que Guagua, el hijo de Bo, fuese a una elitista escuela británica. Medios de Hong Kong apuntan que podría haber llevado la fortuna de la familia al extranjero o incluso que podría haber tenido una relación sentimental con la esposa de Bo, acusaciones que no han sido confirmadas.

Desde el inicio del escándalo, ya en marzo, cuando Bo Xilai fue destituido como jefe del partido en la metrópoli de Chongqin por corrupción, fueron apareciendo detalles que arrojan luz al asunto. Hasta la agencia oficial Xinhua informaba que Gu y su hijo tenían «una buena relación» con Heywood, hasta que les enfrentó «un conflicto sobre intereses económicos».

Envenenado

Según las investigaciones, el británico fue asesinado. Envenenado, según confesó Wang Lijun, el exagente anticorrupción de Bo, cuando pidió asilo al consulado de EE. UU. Nada se sabe de él desde entonces. La detención de Gu y su asistente y la caída de Bo Xilai, que perdió a sus 62 años todos los cargos en el partido por «graves infracciones disciplinarias», supone un duro lastre para la dirigencia china.

Desde la lucha por el poder previa a la sangrienta represión de Tiananmen en 1989, la cúpula comunista no había afrontado dificultades de esta magnitud, según los propios analistas chinos. Los preparativos que tan cuidadosamente se están llevando a cabo para que dentro de seis meses tenga lugar el relevo generacional en la cúpula del partido (que se realiza cada diez años) se han visto trastocados.

Se trata sobre todo de un golpe severo para la «nueva izquierda» dentro del PC. Bo Xilai se había convertido en una de las piezas más destacadas de esa tendencia con sus campañas rojas y su política social de izquierdas en Chongqing, una urbe de 30 millones de habitantes. Bo podría haber ampliado su influencia y sobre todo detener el rumbo reformista en la política de mercado.

Una muestra de lo en serio que está tomando la ejecutiva del PC los apoyos al político populista son los llamamientos a apoyar la «correcta decisión» de que el vicepresidente Xi Jinping suceda a Hu Jintao.