La emergente extrema izquierda hace temblar a François Hollande

esperanza suárez PARÍS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Mélenchon es ya el tercer hombre, desplazando a la ultra Marine Le Pen

15 abr 2012 . Actualizado a las 07:06 h.

Nicolas Sarkozy y François Hollande se enfrentarán hoy en París en sendos mítines, en un duelo a distancia con el que pretenden movilizar a la «mayoría silenciosa». A una semana de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, los sondeos los presentan muy igualados, con uno u otro en cabeza, pero siempre por un margen mínimo. En lo que coinciden todos los institutos de opinión es en que la cita con las urnas del próximo domingo presagia una victoria aplastante del conjunto de la izquierda.

El Partido Socialista (PS) tiene abierto estos días el debate sobre qué estrategia adoptar frente la amenaza que representan dos valores emergentes que podrían darles un susto. El poder de atracción de Jean-Luc Mélenchon se traduce ya en una intención de voto que lo coloca como el probable tercer hombre, desplazando del puesto a la ultraderechista Marine Le Pen.

La capacidad de seducción de Philippe Poutou está aún por medir tras su espectacular intervención en el programa de la televisión pública en que un grupo de periodistas especializados examinaban a los candidatos.

Entre risas y aplausos

No es normal que un aspirante al palacio del Elíseo afirme que no quiere hacer carrera política ni que los severos periodistas que incomodan con cifras a los candidatos acaben muertos de risa, mientras el público hasta el momento neutral aplaude a rabiar. Fue lo que ocurrió con el líder del Nuevo Partido Anticapitalista, que apareció ante los franceses como un colega con carisma, pero apocado al estar solo ante las cámaras. «No tengo costumbre de estar solo. Llegamos al despacho del jefe en grupo, secuestramos en grupo», afirmó Poutou.

Todo en él es singular, incluido su clip de campaña. Solo aparece al final y en foto tras una parodia de concurso tipo Saber y ganar cuando dos participantes consiguen adivinar «quién es el candidato obrero del automóvil que pide la prohibición del despido y la semana laboral de 32 horas». El diario Liberation le ha concedido el premio al mejor vídeo electoral. Para esta semana de recta final promete su propia versión de la oscarizada The artist. Habrá que ver si este baño de popularidad le sirve para superar el ridículo 0,5 % de intención de voto que le dan los sondeos. En el 2002, su predecesor Olivier Besancenot consiguió un 4,5 % de sufragios que hubieran sido vitales para evitar la eliminación del socialista Lionel Jospin.

Mucho más miedo da en la sede socialista de la calle Solferino la imparable ascensión del candidato del Frente de Izquierdas. Filósofo de carrera, mente preclara, formidable talento de orador y muy malas pulgas, Jean-Luc Mélenchon se ha erigido en portavoz de los indignados franceses y llama a la insurrección ciudadana. Representa a «la izquierda loca» según la ecologista Eva Joly, que se siente atrapada entre esta y «la izquierda blandita» de Hollande. De forma sin duda interesada, Nicolas Sarkozy habla de Mélenchon como «un hombre de temperamento y con cierto talento». «Se diría que va a votar por él», responde el candidato socialista.

Son viejos compañeros, pero nunca congeniaron. La derecha repite que son incompatibles. El antiguo trotskista se opuso a la reelección de Hollande como secretario general en el 2007 y dejó definitivamente el PS un año después para asociarse con los restos mortales del antiguamente poderoso Partido Comunista.

Hollande ha decidido no atacar a su izquierda, seguro de que todos se unirán en torno a su candidatura en la segunda vuelta. Algunos como Laurent Fabius creen que se equivoca y que pueden darle un disgusto. Y lo que más teme Hollande es acabar como Jospin en las elecciones del 1995, derrotado por un estrecho margen en segunda vuelta por Jacques Chirac.

Presume de anticapitalista

El líder del Frente de Izquierdas y exministro nació en 1951 en Tánger. Su madre es francesa de origen español. Llama a la insurrección para salir de la crisis y que la paguen los poderosos.

No quiere ser presidente

Desde el mundo sindical (Ford) llegó al Nuevo Partido Anticapitalista, que lo designó candidato sin él buscarlo. Reivindica la anulación de la deuda pública, aumento del salario mínimo y crear un impuesto a las grandes empresas.