Un hombre normal que roza ya su anhelo de juventud

esperanza suárez Miguel A. Murado PARÍS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Hollande ha cambiado su imagen de tipo blando y desde el Elíseo aspira a mudar el rumbo de la Europa de «Merkozy»

23 abr 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Dicen los psicólogos que su perfil es atípico para un aspirante a la presidencia de la República, que le faltan la agresividad y el impulso dominador. François Hollande se autodefine como un hombre normal que ama a las personas más que al dinero, pero reconoce que sueña con el Elíseo desde la juventud.

Con Nicolas Sarkozy solo tiene en común Neuilly-sur-Seine, el pueblo más rico de la región parisina donde ambos crecieron. Hollande optó desde la adolescencia por las ideas de su madre frente a un padre de la ultraderecha. Tiene 57 años y lleva 33 militando en el Partido Socialista. Lo apadrinaron François Mitterrand y Jacques Delors, que siempre lo vio como su ahijado político, anteponiéndolo incluso a su hija biológica, Martine Aubry.

Algo ha quedado de los celos y rivalidades de otro tiempo. Los 11 años de Hollande como secretario general socialista son también los de mayores tensiones entre los elefantes del partido tras la derrota y retirada de Lionel Jospin en el 2002.

Quiso presentarse en el 2007, pero cedió ante Ségolène Royal. Su relación de casi 30 años y cuatro hijos en común ya estaba rota. Su actual compañera, la periodista Valérie Trierwiler, ya era su amante. El anuncio del final de la pareja se produjo al mismo tiempo que el de los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas de ese mismo año que terminaría perdiendo, como es sabido, Royal.

Nunca llegó a ser ministro, una excusa para que sus detractores le reprochen falta de experiencia. Varias veces diputado, ha concentrado su actividad en la alcaldía de Tulle y la presidencia de la región de Corrèze, la misma circunscripción de Jacques Chirac, que lo adora. Por el Elíseo pasó brevemente como consejero económico de François Mitterrand, un modelo demasiado complicado que seguir para alguien de muy distinto temperamento. Todo lo que el único presidente socialista que ha conocido la Quinta República tenía de reservado y austero, lo tiene Hollande de sociable y bon vivant.

Adelgazó 12 kilos y disciplinó su imagen de gordito bromista antes de lanzarse a la carrera. El primer obstáculo, Dominique Strauss-Kahn, cayó por sí mismo; a Martine Aubry la derrotó con limpieza en unas primarias. Le falta batir a Nicolas Sarkozy. Se sabrá en dos semanas.