Sarkozy y Hollande convierten su cara a cara en una pelea de gallos

La Voz FERNANDO ITURRIBARRÍA | COLPISA

INTERNACIONAL

Los finalistas de la carrera al Elíseo se neutralizaron en un debate radiotelevisado áspero y tenso

03 may 2012 . Actualizado a las 02:09 h.

Nicolas Sarkozy y François Hollande convirtieron en una pelea de gallos su cara a cara radiotelevisado en directo a cuatro días de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El candidato conservador a un segundo mandato y el aspirante socialista al Elíseo se neutralizaron en un debate áspero y tenso, plagado de interrupciones e invectivas, ante una audiencia superior a veinte millones de personas que asistieron a un combate verbal sin concesiones

Hollande y Sarkozy no se dieron ni un asalto de estudio. Sin entretenerse en prolegómenos, entraron de inmediato en el cuerpo a cuerpo. «Seré el presidente de la justicia, la recuperación y la unión», proclamó el aspirante a título preliminar. «Los franceses han estado demasiado divididos.

Yo quiero reunirlos. Así vendrá la confianza. Es el sentido del cambio que propongo», remachó. «¿Cuando se desfila con la bandera roja es la unión?», le replicó el mandatario saliente tras recordarle que el sindicato comunista CGT ha pedido el voto para el postulante de la izquierda. «Cuando se me ha comparado a Franco, Pétain o Hitler usted no ha dicho palabra. Tampoco ha reaccionado cuando se comparan mis mítines con las concentraciones de Nuremberg. Usted avala todos los ultrajes», le reprochó.

Apenas habían avanzado los cronómetros y la tensión se mascaba en el plató. «Le va a costar hacerse pasar por una víctima», le espetó Hollande, favorito en todos los sondeos, sin achantarse ante la ofensiva de un Sarkozy consciente de jugar en el envite la última baza. «Usted siempre encuentra un chivo expiatorio: la crisis, la semana de 35 horas... Nunca nada es por su culpa», contraatacó antes de entrar a desglosar los temas propuestos por los moderadores: economía, sociedad, instituciones e internacional.

«Viniendo de usted lo tomo como cumplidos»

La evocación del paro generó la primera batalla de cifras entre interrupciones de palabra y acusaciones de falsedad y mentiras o calumnias, frecuentes en boca de Sarkozy. «Viniendo de usted lo tomo como cumplidos», le dijo más tarde Hollande. No habían pasado 19 minutos de forcejeo cuando el aspirante a la reelección mencionó «la subida del 191% del paro en España tras siete años de socialismo», una de sus preferidas armas arrojadizas en la campaña.

«Comprendo que no le agraden las cifras y a los parados mucho menos. Hay cuatro millones de parados apuntados en las oficinas de empleo, un millón más en cinco años, un récord del 10%», asestó Hollande, siempre presto a echar en cara al presidente saliente el balance de su gestión, su flanco débil. «¿Debo recordarle que está en el poder desde hace diez años? Jamas nuestro déficit comercial ha estado tan desequilibrado: 70.000 millones de euros», resaltó.

Enzarzados por Zapatero

Hollande y Sarkozy se enzarzaron a cuenta de José Luis Rodríguez Zapatero a la hora de abordar la crisis del euro. El conservador recordó que la líder socialista Martine Aubry había declarado en 2009 que si él hiciera en el Elíseo «la política de Zapatero sería mejor: ya se ve cómo está hoy España». «No es justo por su parte criticar a Zapatero hoy cuando lo ponía como ejemplo ayer», contestó Hollande. «Era Ségolène Royal la que corría a La Moncloa y se hacía llamar la Zapatera», fustigó Sarkozy en una pérfida alusión a la expareja y madre de los cuatro hijos de su adversario.

A Sarkozy le correspondió por sorteo cerrar un debate meticulosamente reglamentado en el que lo único que no se echó a suertes fue la colocación de los dos contendientes ya que la delegación conservadora asumió como algo natural situarse a la derecha. Más puntillosa estuvo a la hora de exigir que la temperatura ambiental del estudio fuera fijada en 19 grados, pues recordaba cómo hace cinco años Ségolène Royal se quejó de tener frío y pidió más aire caliente con la perversa finalidad de hacer sudar a Sarkozy, quien transpira con facilidad. Esta vez se instalaron dos bocas de aireación dirigidas a las piernas con la climatización regulable de manera individual. Pero el plató fue una caldera de ambiciones hirvientes.