El exjefe de la CIA y su amante recurrían a un sistema de mensajes utilizado por terroristas

La Voz

INTERNACIONAL

La prensa estadounidense asegura que, en el registro que el FBI hizo en casa de Broadwell, los agentes habían encontrado «docenas de documentos clasificados»

15 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Poco a poco se van conociendo más detalles, entre estrambóticos e infantiles, del escándalo que involucra al exjefe de la CIA. Uno de los últimos es el sistema que Petraeus y su amante y biógrafa, Paula Broadwell, utilizaban para comunicarse y que fue, según el FBI, lo que llevó a los investigadores a suponer que el correo del entonces jefe de los espías estaba siendo pirateado.

Petraeus y Broadwell no se enviaban los correos directamente a la dirección electrónica del otro sino que los depositaban en una cuenta de un sistema de almacenaje de archivos llamado Dropbox. Allí, la pareja, que compartía una contraseña, podía acceder y leer los mensajes que había dejado el otro. De ese modo no queda registro en la bandeja de entrada. Este sistema es utilizado por organizaciones terroristas, por bandas de narcos y también por adolescentes de todo el mundo, dada su sencillez.

También se ha sabido que algunos de esos mensajes, como era de esperar entre amantes, eran más que subidos de tono. El que ha hecho referencia a ellos es el exportavoz de Petraeus en Irak, quien, al hablar del estado de ánimo de la mujer del exdirector de la CIA, aseguró que las alusiones al «sexo sobre el escritorio» la han destrozado. Según dijo, Holly Petraeus está más que furiosa por la infidelidad.

En cuanto a la situación de Petraeus, se complica con el paso de los días. Ayer el The Washington Post informaba de que, en el registro que el FBI hizo en casa de su amante, los agentes habían encontrado «docenas de documentos clasificados». El servicio de inteligencia indaga ahora, según el rotativo, cómo obtuvo Paula Broadwell esos documentos.

El que también sigue bajo escrutinio es el general John Allen, jefe de las fuerzas conjuntas en Afganistán, que se vio mezclado en este escándalo porque intercambió mensajes «potencialmente inapropiados» con Jill Kelley, la mujer que denunció a la amante del exdirector de la CIA por amenazas. Militares próximos al general han asegurado que entre él y Kelley no ha existido ninguna relación amorosa. «Nunca estuvieron a solas», declararon.

Tanto Obama  como el secretario de Defensa y el máximo responsable de la OTAN han mostrado su apoyo público al general Allen.