«El pueblo quiere la caída del régimen». El mismo cántico que entonaron los manifestantes durante los días de revolución en Egipto y Túnez suena estos días en las calles de Jordania. La subida de los precios del gas y el combustible, aprobada el martes, ha desatado la ira de los ciudadanos que, por cuarto día consecutivo, han protestado contra la política económica del rey Abdalá II. Ya no señalan al Gobierno, sino al rey como último responsable.
La manifestación de ayer en Amán, convocada por los Hermanos Musulmanes y apoyada por grupos de izquierdas, fue menos concurrida que la del 5 de octubre, previsiblemente por los altercados de los días previos: quema de contenedores, comercios, bancos y oficinas en la capital y otras localidades del país. «Estamos en contra de la subida de los precios, pero los actos de vandalismo deslegitiman las manifestaciones», valoran Nida y Mervat, residentes en Jabal al Huseín, barrio capitalino donde se produjeron las protestas más encendidas.
Las protestas de los jordanos han ido in creciendo desde que comenzara la primavera árabe y la figura del rey ha sido la más perjudicada. El mensaje ya es claro en las calles, pero el monarca hará frente a una prueba definitiva cuando las familias jordanas afronten la subida de casi cuatro euros en la bobona de gas que utilizan para cocinar y para proveer las calefacciones durante los fríos inviernos de Jordania.