La guerra en Siria se enquista y se radicaliza al cumplir dos años

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Yihadistas extranjeros lideran la lucha en detrimento del Ejército Libre

14 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Dos años después, Siria sigue desangrándose sin visos de que el fin de la contienda civil esté próximo, a falta de una solución tanto militar como diplomática. Ninguno de los dos bandos ha logrado una victoria que cambie el rumbo de la guerra y no se vislumbra que el mediador Ladjar Brahimi selle una paz que no logró su antecesor, Kofi Annan, al menos hasta que Occidente decida despertar de su letargo, y Rusia y China no muevan ficha. Y todo en un escenario en que la oposición política es incapaz de unir filas para delinear una Siria pos-Bachar al Asad.

El recuento de víctimas prosigue mientras sin pausa. Más de 70.000 muertos y 100.000 heridos. Más de un millón de sirios refugiados en países vecinos, la mitad de ellos niños, y dos millones de desplazados dentro de Siria, según datos de la ONU.

Lo que comenzó el 15 de marzo del 2011 como un levantamiento más de la primavera árabe ha degenerado en una cruenta guerra civil, en el que en este segundo año los bandos se han radicalizado y las denuncias de atrocidades recaen sobre unos y otros. Justo ayer Save the Children denunciaba que tanto el Ejército como opositores reclutan a niños. En el lado rebelde, el protagonismo del Ejército Libre Sirio se ha desvanecido ante el empuje de las milicias islamistas, nutridas de yihadistas llegados del extranjero que quieren imponer la ley islámica. Grupos como Frente Al Nusra, vinculado a Al Qaida, que no ha dudado utilizar tácticas terroristas en pleno corazón de Damasco.

Deserciones como la del primer ministro Riad Hiyab fueron un duro golpe para Bachar al Asad, pero su núcleo duro, con la cúpula militar y de inteligencia al frente, sigue intacto y determinado a luchar hasta el final, aunque eso pase por bombardear a sus súbditos civiles.

Occidente no ha bajado el acoso a Al Asad, pero a las palabras apenas les siguieron hechos, paralizada por el miedo a provocar una explosión en el polvorín de Oriente Medio. Rusia, por su parte, sigue diseñando su estrategia para proteger sus intereses y salvar la cara si el régimen termina por caer.

Mientras Arabia Saudí, Catar y Kuwait ponen sobre la mesa millones de dólares para ayudar a los rebeldes, y Moscú sigue siendo el principal suministrador de armas de Damasco, EE.UU. y la Unión Europea persisten en mantener el embargo de armas por temor a que caigan en manos de los yihadistas. Sin embargo Londres parece dispuesto a ir contracorriente. Si hace una semana decidió suministrar blindados a los rebeldes, el martes David Cameron anunció en los Comunes que si la UE no levanta el embargo él actuará por su cuenta.