Condena mundial a la sangrienta represión en Egipto

EFE

INTERNACIONAL

Gobiernos e instituciones se han mostrado alarmados por los enfrentamientos ocurridos ayer

15 ago 2013 . Actualizado a las 16:11 h.

La sangrienta represión de las protestas de los Hermanos Musulmanes por el golpe de Estado y encarcelamiento del presidente egipcio Mohamed Mursi, con al menos 525 muertos y 3.717 heridos según el último recuento oficial, ha desatado la condena mundial y las llamadas a consultas a los diplomáticos egipcios.

Mientras el Gobierno instalado el pasado 14 de julio en El Cairo por los militares ha condenado la violencia contra la minoría cristiana copta, sus representantes en el extranjero recibían reproches y llamamientos a la contención y el diálogo entre seguidores y detractores de Mursi.

La proclamación ayer del estado de emergencia durante un mes y la declaración del toque de queda no ha evitado que los enfrentamientos y los actos violentos se sucedieran anoche, pues el desalojo de las acampadas en la capital desató el llamamiento de los Hermanos Musulmanes a sus partidarios para que salieran a las calles.

La convocatoria degeneró en choques con las fuerzas del orden y los opositores al depuesto mandatario, alguno de cuyos más conocidos apoyos como el vicepresidente de Relaciones Internacionales, Mohamed el Baradei, prefirió renunciar y recordó que podía haberse evitado la violencia.

El primer ministro egipcio, Hazem al Beblaui, cuyo Gobierno decidió el desalojo de las acampadas en las plazas cairotas de Rabea al Adauiya y del Nahda, ha condenado las «acciones criminales» que sufrieron ayer varias iglesias coptas, según la agencia estatal Mena.

El gobernante telefoneó al patriarca de la iglesia ortodoxa copta, Teodoro II, para expresarle su solidaridad ante esos actos de violencia y el incendio de varios templos en distintas provincias del país.

«La unidad de musulmanes y cristianos es una línea roja y las fuerzas de la oscuridad y el terrorismo no lograrán afectarla o debilitarla», ha añadido Al Beblaui.

Ayer, la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, condenó la violencia y abogó por la reapertura del proceso político para restaurar las estructuras democráticas.

Por su parte, el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, instaba a levantar «cuanto antes» el estado de emergencia y calificaba como «deplorables» los actos violentos.

Hoy el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Guido Westerwelle, se ha sumado desde Túnez a los reproches y condenas de la víspera por el uso de la «violencia» por la Policía egipcia para disolver las protestas.

También el Gobierno chino ha pedido «moderación» a las fuerzas políticas de Egipto y abogó por el diálogo.

En Castel Gandolfo, el papa Francisco ha dicho que «llegan por desgracia noticias dolorosas de Egipto» e instó a los presentes a orar juntos «por la paz, el diálogo y la reconciliación en aquella querida tierra y en el mundo entero».

En Madrid, el embajador de Egipto, Ayman Zaineldine, ha sido llamado por el Ministerio de Asuntos Exteriores para trasladarle la inquietud de España por la situación y para condenar el uso de la violencia.

Por su parte, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha reclamado la celebración de una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la ONU para debatir la «masacre».

También el presidente de Francia, François Hollande, ha pedido el cese «inmediato» de la represión en Egipto y subrayó que debe hacerse todo lo posible para evitar una guerra civil en ese país.

Entre la comunidad internacional se ha instalado el temor a una guerra civil en Egipto tras la violenta represión de las protestas de los Hermanos Musulmanes.

Pese a todo, una calma relativa reinaba al comienzo del día de hoy en las calles de las principales ciudades del país, tras la primera noche con el toque de queda, no exenta de algunos incidentes.