Un Gobierno sin química que dejó a medias su contrato

úrsula moreno BERLÍN / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

TOBIAS SCHWARZ

La mayor parte del programa de la coalición quedó en papel mojado

19 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El ejecutivo de Angela Merkel, formado por quince ministros, celebró ayer su última sesión en esta legislatura. Todo indica que será la jefa de los democristianos quien reciba a las nuevas y viejas caras el próximo 2 de octubre. Eso sí, a cuatro días de las elecciones no es seguro que haya ministros liberales en el nuevo. La debacle del FDP en Baviera el pasado domingo, donde apenas cosecharon un 3% de los sufragios, fue una clara advertencia de lo que puede ocurrir este domingo en Berlín.

Por eso los liberales protagonizan estos días una agresiva campaña de captación del voto conservador que no ha sentado nada bien a la propia Merkel. «No tenemos ni un voto que regalar», dijo esta semana. Las malas lenguas aseguran que prefiriría gobernar en una gran coalición con los socialdemócratas, como ya hiciera entre 2005 y 2009, antes que reeditar esta alianza de centro-derecha, que no empezó con buen pie y tampoco termina en armonía.

La falta de química entre ambos partidos ha sido una evidencia constante. Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, la responsable liberal de Justicia, y Hans-Peter Friedrich, socialcristiano al frente de la cartera de Interior, «son como agua y fuego», explica a La Voz una fuente cercana al gobierno. Ambos tienen todas las papeletas de ser apeados.

Aunque la canciller se esfuerce en repetir en cada mítin que lidera «el mejor gobierno que ha tenido Alemania desde la reunificación», los dos primeros años fueron una guerra abierta. Al final, Merkel confía en los suyos, como Wolfgang Schäuble, su ministro de Finanzas, el gestor de la crisis europea, que cumple sus deseos. Sin duda, un candidato a quedarse.

La falta de química con su vicencanciller, Philipp Rösler, es un secreto a voces. Los liberales defienden por norma la bajada de impuestos, pero no han logrado su objetivo. Merkel defiende la consolidación por encima de todo. La promesa de un alivio fiscal de 24.000 millones de euros fracasó por la oposición del Bundesrat, la cámara de representación regional. Dentro del contrato que firmó la coalición también se prometía reformar el impuesto de sociedades, las finanzas municipales, y el IVA. Sin embargo, todo se quedó en papel mojado. El IVA solo se revisó para el sector hostelero, un grupo de presión proclive a los liberales, por lo que la oposición acusa reiteradamente a este gobierno de «clientelismo».

Promesas incumplidas por un lado y cambios de 180 grados por otro. Este gobierno acordó en 2009 una moratoria para las centrales nucleares, que la canciller echó por tierra en 2011, después de la catástrofe de Fukushima. Uno de los secretos de la «Mutti der Nation» (la «madre de la nación») es precisamente haber sabido calar los miedos profundos de los alemanes. Consciente de la creciente oposición a lo nuclear, aprobó el apagón progresivo y total hasta el 2022.

Varios ministros se quedaron en el camino: Karl-Thedor zu Guttenberg (Defensa) y Annette Schavan (Educación), por presunto plagio de sus tesis doctorales. La dimisión más significativa quizás fue la de Norbert Röttgen, el ministro de Medio Ambiente, porque era uno de los candidatos a suceder a la canciller. Pero si en algo no se ha esmerado Merkel es precisamente en cuidar a sus potenciales herederos.

última reunión del gabinete de merkel